La "fe ciega" de Roca
Su recital ante el Valencia refleja el cambio de paradigma en el equipo. La afición se maravilla con un jugador que parecía que no llegaría a Primera.
Sobre el césped de Cornellà-El Prat, el Espanyol completó una sinfonía casi perfecta ante el Valencia. Todos los jugadores sin excepción demostraron unas cualidades no expuestas la temporada pasada, donde otras ideas y otro ánimo imperaban en la plantilla. Jugadores como Javi López o Dídac Vilà apenas actuaron el curso anterior, mientras que Quique Sánchez Flores habló en pretemporada de ceder a Mario Hermoso, aunque luego le dio la titularidad una vuelta entera. Pero nadie simboliza el cambio tanto como Marc Roca, que el curso pasado solo actuó 258 minutos.
El mediocentro jugó un partido superlativo. De los 57 pases que realizó, solo tres fueron erróneos (94% de acierto), mérito incalculable en una posición tan delicada, contra un rival además que destaca por la presión en campo contrario. Roca fue el ancla y el timón: corrigió, recuperó y distribuyó con criterio. Una fotografía lo define, la del minuto 90’, cuando se anticipó en mediocampo a un pase interior ché y, con una simplicidad pasmosa, se zafó de tres contrarios con solo tres toques y lanzó el contraataque.
Esa simplicidad fue la que cautivó a Quique hace dos veranos, cuando confesó aquello de que “quiere derribar la puerta y le dejaremos”. Ese primer Roca, de apenas 20 años, maravilló por su desparpajo. “Llamó la atención por su simplicidad en todo lo que hacía, sin perder balones, y también por sus constantes cambios de orientación que le daban mucha frescura al centro del campo”, comenta a AS un miembro del cuerpo técnico del anterior entrenador. Pero aquel Espanyol que quería Quique se desgarró a las primeras de cambio por la cantidad de goles que encajaba. Más cauto y defensivo, Roca jugó 25 partidos el primer curso, con un rol más secundario en mediocampo, siempre a la sombra de Javi Fuego.
"El año pasado fue complicado para él. La llegada de Darder, sus problemas físicos iniciales... Y además no tuvo continuidad. Durante todo el año se planteó la cesión, y creo que era lo mejor. Tuvo nervios, dudas…", relata. Aquella temporada, Quique se desdijo hasta tres veces de si iría cedido o no, aunque finalmente se quedó para jugar solo 258 minutos. El mediocentro se lo tomó como un aprendizaje, resistió pese a con 21 años pasar una temporada en blanco y ahora ha vuelto más fuerte. “Tenemos fe ciega, ganas de mejorar, crecer y de seguir con la afición”, comentó Roca.
"Creíamos que solo acabaría jugando en Tercera"
Roca llegó a la cantera del Espanyol de Infantil B procedente del Vilafranca, con 12 años. Dani Fernández fue su primer entrenador. Una de las primeras experiencias del zurdo fue un torneo en Bélgica ante equipos europeos. “Roca vino a prueba. Jugó de titular la final ante el Anderlecht después de haber eliminado al Arsenal en semifinales. Marcó un golazo de fuera del área de escándalo. A partir de ahí, siempre fue un jugador a tener en cuenta de aquella generación”, relata Fernández, quien añade: “Jugaba de interior, pero no era de los mejores. No fue al torneo típico de la televisión y, en aquel momento, no creíamos que llegaría tan arriba”.
El mediocentro rindió a buen nivel los dos años de Infantil, pero cuando dio el paso a cadete actuó de lateral zurdo. “Me hice cargo del Cadete A y le pregunté a los coordinadores que veía mejor a Roca en mediocampo. No se opusieron. Lo volvimos a recolocar”, comenta Fernández. “Empecé con 4-2-3-1, pero luego Roca acabó jugando solo en mediocampo. Tuvo un nivel muy alto, y fue cuando nos planteamos que podía ser el mejor de esa generación. Era pequeño, tenía buen pase, disparo, visión de juego, buena conducción… Defensivamente aportaba cosas y lo daba todo. Era muy inteligente, un jugador que quieres entrenar porque lo entiende rápido y mejora”, relata Fernández.
Y esa mejora fue la que llevó a destacar en el Juvenil A con David Gallego. “El sistema de David era idóneo. Pero aún nadie creía que llegaría tan lejos. Recuerdo que una vez fui a ver al filial y me senté con sus padres. Y su padre me decía que creía que solo acabaría jugando en Tercera. Roca es el ejemplo de que el trabajo hace mejor al jugador talentoso. Un niño que de infantil no va al mejor torneo de fútbol base y en cambio llega al primer equipo”, sintetiza Fernández. Roca ha ido aprendiendo poco a poco, incluso el curso pasado cuando veía a su Espanyol desde casa. El dorsal 21 apunta a lo más alto.