Rakitic, fin del extraño culebrón
Nadie del PSG admitió nunca una oferta millonaria que no podía hacer. Nadie del Barça ni el jugador han hablado de una mejora que se presume. Una historia con tintes artificiales.
Ivan Rakitic puso personalmente final en Zorrilla a un extraño culebrón publicitado en los medios pero que sólo ha tenido una declaración oficial. La del croata diciendo que se queda, algo que no debería ser novedad en un jugador con contrato en vigor y que renovó hasta junio de 2021 hace menos de año y medio. Pero así son los inescrutables caminos del fútbol.
Hace semanas se habla en los medios de Barcelona de una supuesta oferta del Paris Saint Germain por el jugador croata que nunca fue confirmada desde la capital francesa. Desde allí salían informaciones bien contrarias. El interés, cómo no, podía ser posible, pero la realidad económica del PSG es muy distinta a la de hace un año. “No hay más de 30 millones de euros para hacer una oferta”, se insistía desde la capital francesa.
Desde el Barça, off the record, se remitieron a la cláusula ante un posible interés del PSG pero también se deslizó que estarían dispuestos a escuchar al jugador ante una posible petición de mejora de contrato después de su espectacular temporada anterior y su gran Mundial. La clave de todo estaba ahí. Arturo Canales, representante del croata como de Piqué o Umtiti, tiene una relación buena con el club, que valora mucho su discreción. Detrás de la oferta del PSG subyacía una petición implícita de actualización de contrato para el croata. No lo mencionó Rakitic en su declaración de amor al club y está por ver si el Barça lo admite porque eso podría provocar una cola en el despacho de Bartomeu de futbolistas pidiendo que se le mejoren sus condiciones (ojo al caso de Jordi Alba que acaba contrato en 2020).
Rakitic acabó con el suspense: “Se ha hablado bastante, pero ya está hecho. Con muchísimas ganas me voy a quedar aquí. Sinceramente, no hay nada mejor que defender este escudo. Daré lo mejor de mi parte y ya está. Ha sido días de presión pero me he dado cuenta que lo más bonito que hay es estar en Barcelona y seguir yendo a por todo. Estoy contento y orgulloso”. El final de un extraño culebrón con un punto de artificialidad.
