Turf Moor: un paseo por 185 años de historia viva del fútbol
Uno de cada tres habitantes de Burnley tiene asiento en el estadio, que cuenta en todo su perímetro con una galería de leyendas al estilo de Cornellà.
Viniendo como venía el Espanyol de jugar por Estados Unidos en estadios con el arraigo de la producción en cadena (el FC Cincinnati, por ejemplo, solo llevaba dos años en Ligas profesionales), el impacto de toparse con Turf Moor ha sido casi como pasar de un piso construido con un diseño industrial, a imagen y semejanza de otros tantos miles, a la Acrópolis de Atenas.
Turf Moor, cuya traducción libre sería algo así como “páramo de césped”, es el estadio en el que ha jugado de manera más continuada ninguno de los equipos que alguna vez han participado en la Premiership, que rondan ya la cincuentena. Historia pura, que se aprecia ya justo antes de enfilar la avenida principal que alberga a la instalación, la Harry Potts Way, dedicada al entrenador que más veces dirigió al Burnley (de 1958 a 1970 y entre 1977 y 1979).
Allí, a unos cientos de metros en línea recta, el aficionado debe transitar bajo The Culvert, aparentemente un puente más sobre el que los seguidores ‘clarets’ cuelgan banderas, pero que se convirtió, a finales del siglo XVIII, en el primer acueducto de la zona. Y, hace 104 años, como cuenta Mike Smith en su libro ‘The Road to Glory - Burnley’s FA Cup Triumph in 1914’, The Culvert se colapsó en las celebraciones del gran título de su historia junto a la First Division de 1921. Se formó tal tapón que nadie podía cruzar de un lado a otro.
Parece natural que el antiguo acueducto esté tan asociado a Turf Moor, ya que solo 36 años separan su nacimiento. El estadio se inauguró en 1833 como sede del Burnley Cricket Club, que hoy se mantiene en vida, justo pegado a las gradas. Hasta el punto de que el mismísimo terreno de juego se convierte en un inmenso párking los días de partido, con tres barras de bar.
Especialmente, lamentan algunos parroquianos, desde que en febrero cerrara provisionalmente (a raíz de un robo en Navidad) Park View, el tradicional punto de encuentro entre pintas antes del fútbol, justo al cruzar la Harry Potts Way, concretamente en el 3 de Higgin Street. Los murales de todo el reciento honran la memoria de los ‘heroes’, al estilo de las puertas de Cornellà-El Prat y su proyecto 'Glòria als Herois'.
Ya dentro, se confirma la sensación de respirar historia. Solo quedan dos estadios más antiguos en uso en Inglaterra, de ello presumen los ‘clarets’, cuyo club lo utiliza desde 1883, siendo cinco años más tarde uno de los fundadores de la Football League. Llegó a albergar a 54.755 espectadores en un partido de la FA Cup en 1924, pero su capacidad actual es de 21.401. Suficiente: cabe un tercio de la población de Burnley. Y acuden, pues registró un 94 por ciento de ocupación en la Premier League del curso pasado.
Ningún detalle se les escapa. Ni el nombre de las cuatro gradas, dedicadas a James Hargreaves (inventor de la hiladora Jenny), Jimmy McIlroy (jugador del Burnley de 1950 a 1962), Bob Lord (presidente entre 1955 y 1981) y al propio Cricket Field, honrando los orígenes. Ahora solo queda disfrutar del fútbol.