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PSV 2 - VALENCIA 1

De Jong mareó al Valencia, que sufre su primera derrota (2-1)

Marcelino sacó un equipo de garantías y no funcionó. Cuando metió a los suplentes mejoró el equipo. El PSV se tomó el partido más en serio.

Rodrigo intenta el tiro a puerta ante un defensor del PSV.
Lazaro de la Penya

Marcelino fue en julio a Eindhoven como si lo hiciera a mediados de septiembre. El amistoso tenía aroma Champions, se enfrentaba al campeón holandés, y su alineación olía a ello. El asturiano sacó el mejor equipo que a día de hoy por nombres puede proponer, al menos por aquello de que Zaza no cuenta, que no tiene banda izquierda y que Gabriel está lesionado. Pero las intenciones de Marcelino no se plasmaron en el césped ni tampoco su prueba de Wass por banda izquierda le salió como intuiría. Curiosamente, fue cuando cambió por completo el once cuando mejor cara mostró el Valencia, aunque sin acierto cara a puerta.

El PSV, que se presentaba ante su público y eso siempre da un plus, quiso más durante mayor parte del tiempo y entre Bergwijn, Malen Dumfries y De Jong le endosaron a los ché su primera derrota del verano. Ello a pesar de que Carlos Soler adelantó al Valencia. El canterano llegó con solvencia al área, regateó con elegancia y resolvió con un rebote tras una acción que generó Rodrigo, con ese juego al espacio y asociativo que tiene el hispano-brasileño que tanto añoraría Marcelino si se lo traspasaran.

Pero, a partir de ahí, el Valencia sufrió un mal del que Marcelino quiere vacunar a los suyos este curso: sentirse dominados, que es lo que les hizo sentir el PSV. Los ché ni controlaban el balón ni recuperaban donde querían. Y en dos acciones, una a balón parado y otra tras centro lateral, De Jong se la lió primero a Garay, al que se le adelantó para empatar tras un córner, y después a Murillo, que le hizo un penalti que transformó Gaston Pereiro.

Al Valencia el descanso y los cambios le vinieron bien. Van Bommel se tomó el partido con más talante Champions incluso que Marcelino y su decisión de solo hacer un cambio hasta el 88’, contribuyó a que el Valencia se hiciera con el control del juego. Ello fue por la frescura que aportaron los nueve relevos y, en especial, por la movilidad en la presión de Zaza, la constancia de Ferran, el ímpetu de Escobar y la creatividad de Kangin Lee. Ello y que Wass, por el centro, actuó de brújula y encontró el camino.