Los 7 pecados de la Selección
España es líder de grupo y está a un empate de los octavos, pero su juego está dejando más sombras que luces. Analizamos los puntos donde debe mejorar.
España ganó de rebote ante Irán, logró su primera victoria en el Mundial (0-1) y ya es líder del grupo B. Sin embargo, las sensaciones no son para tirar cohetes. Quitando la personalidad de Ramos, el despliegue de Isco, las intermitencias de Silva y el oportunismo de Diego Costa, el partido de ayer en Kazán dejó más sombras que luces. Hierro tiene bastante trabajo por delante para hacer de La Roja el sólido bloque que pretende coronarse en Rusia.
1.- Los laterales no están finos
Carvajal por su lesión, y Jordi Alba porque ha ido de más a menos esta temporada, no han mostrado aún su mejor cara. Y España lo nota. La Selección en su juego y la afición en su confianza. Ninguno de los dos se mostraron especialmente contundentes en defensa y en ataque no doblaron por su banda como suelen, pese a que Irán no amenazaba a la contra. El lateral del Barça no está fino con balón (muchas pérdidas) y le está costando un mundo romper por la izquierda. El nivel de Iniesta, lejos también de su verdadero techo, le está perjudicando porque es con él con quien mejor se entiende. Carvajal bastante tiene con no haberse resentido. Se lesionó el 26 de mayo y reapareció con un gran tono físico. Tener a Lucas Vázquez por delante tampoco le benefició. El gallego juega muy pegado a la línea, elige casi siempre romper por fuera y hace pocas diagonales, lo que dificulta las subidas del lateral.
2.- Sin uno contra uno
La posesión sin romper líneas sirve de bien poco. Irán se encerró y fue casi imposible penetran en el área. A España le faltaron espacios, ideas y, sobre todo, jugadores que encaren, regateen y rompan la defensa. Lucas, Iniesta, Silva e Isco sí tienen ese don, pero cuando no les faltó acierto se echó de menos algún que otro cambio de ritmo. Una quinta marcha. Iniesta, el clavo ardiendo, hizo un solo regate con éxito. Irán defendió como una defensa de balonmano, algo que ya se sabía y que dio tiempo a contraprogramar desde el sorteo. El verdadero problema es que España también se desplegó como un ataque de esa especialidad, con un pívot perdido entre mil piernas, con extremos tímidos y con serio riesgo de pasividad. Los centrocampistas se distribuyeron su parcela demasiadas veces ocupando la misma línea y no supieron aparcar a la espalda de los mediocentros. En el segundo tiempo hubo algo de luz (Isco, seis regates).
3.- Alternar con un plan B
Los jugadores de España, durante muchos minutos, se movieron mucho para no cambiar nada. Y, sin embargo, en otros momentos pecó de inmovilismo. Sin término medio, estuvo más pendiente de no descolocarse que de descolocar y así, sin vértigo, no fue fácil desequilibrar a una muralla. Se echaron en falta alternativas a la idea original de siempre de iniciar el juego, mantener la posesión e intentar entrar al toque para derribar la puerta con elegancia. La Selección pecó de no intentar otras cosas. Como si por haber dado la alineación al colegiado y a la organización al inicio, con un sistema dibujado en papel, ya no pudiera modificarlo. Por ejemplo, jamás probó a dejar salir a Irán, con el librillo de Cruyff, para que mordiera el anzuelo y soltar después un contraataque mortal. España, como si imitara a un futbolín, no varió su 4-1-4-1 aunque Irán no pretendiera salir de la cueva. No intentó jugar en algunos momentos con dos delanteros, para hacer dudar a la defensa rival, probar con el 4-3-3 aunque fuera momentáneamente para ver la respuesta del oponente o incluso dejar a un central en el área descolgado en las segundas jugadas para probar con algún centro lateral.
4.- Centrocampistas sin pegada ni llegada
España jugó ante un rival colgado del larguero. Y, aun así, no hubo llegada a la portería en manada. Sólo Diego Costa está acostumbrado a vivir dentro del área y así es complicado superar a una línea defensiva que, en ocasiones, llegó a estar formada por seis jugadores. Faltaron referencias para centrar balones desde los costados o para meter balones frontales para ir a buscarlos de primeras al más puro estilo del fútbol sala. El plan de Hierro de acumular más gente a orillas de la zona más poblada tendría como única justificación que embotellar a veces es contraproducente, pero que la estrategia ensayada era tirar desde media y larga distancia. Sin embargo, tampoco hubo nada de eso. Busquets (un gol esta temporada) fue el único que disparó en una ocasión con peligro. Iniesta e Isco ni le pegaron una sola vez a puerta.
5.- Circulación muy lenta
El estado de salud de la Selección casi siempre se conoce con exactitud mirando a un termómetro infalible: Busquets. Hasta el momento su mercurio se mueve algo espeso. Está un poco lento de piernas y menos lúcido con balón de lo que acostumbra. Y el equipo lo nota, pues es clave para hacer paredes con el objetivo de salir de la presión, para romper la primera línea defensiva con sus certeros pases entre líneas y para descargar el juego de una a otra banda. Si él va un segundo después, toda la maquinaria se ve frenada. Sucede lo mismo con la chispa de Iniesta. Cuando la tiene, se llega con facilidad al balcón del área. Cuando no tiene buenas sensaciones, como hasta ahora, no encara para dividir y el ataque se atasca. La Selección tiene talento para paliar que uno de sus dos pilares flojeen, pero no para que lo hagan los dos al mismo tiempo. Eso es una carga demasiado pesada. Sólo Isco, y a ratos Silva, aportaron el nervio necesario. Pero ya se sabe: a veces les sobra un toque. Ramos (53) e Isco (55) dieron más pases en corto (55) que todo Irán (49). Ni rastro de los cambios de orientación.
6.- Concesiones en defensa
Lo realmente preocupante no es el ataque. España tiene potencial para mejorar su rendimiento con balón, y suele ir a más en las fases finales. Además, el ultradefensivo planteamiento de Irán no suele ser lo común. Lo que inquieta es que la Selección recibiera tres goles en el primer partido y que ante Irán sufriera varios sustos. De Gea ha dejado un poso de duda en el área que está afectando a la defensa. El equipo sufre demasiado en el balón parado y tiene desconexiones en los balones largos o peinados y en las segundas jugadas. Esta vez el VAR salvó a la Selección de un disgusto. Pero conviene apuntalar el sistema defensivo para lo que viene. Marruecos juega mejor de lo que dice la clasificación, y si el equipo de Hierro se planta en octavos, la Rusia de Cheryshev o la Uruguay de Suárez y Cavani, que brilla en los córners, no destacan precisamente por perdonar.
7.- El físico no da para presumir
Igual conviene ir moviendo el banquillo. No por castigos o malos resultados. España, pese a que la realidad exige mejoras, es líder. Ante Irán todos esperábamos que la posesión (más del 80% en la primera parte) acabara por descoser al equipo de Queiroz y que en el segundo tiempo hubiera más espacios que aprovechar al destensarse las marcas. Error. Fue Hierro el que se vio obligado a hacer cambios por el cansancio acumulado y fue Irán la que finalizó el partido apretando. Este no es un tema menor. Hay que tener en cuenta que el tercer partido ante Marruecos no permitirá demasiadas rotaciones para descansar mientras Rusia y Uruguay, ya clasificadas, sí podrán hacerlo en el grupo con el que la Selección aspira a enfrentarse.