MUNDIAL
Rusia desafía a la lógica
Rusia se presentaba a su Mundial con muy pocas expectativas de poder rescatar algo positivo. Una semana después del debut ya son virtualmente equipo de octavos.
Rusia se presentaba a su Mundial con muy pocas expectativas de poder rescatar algo positivo. Su clasificación fue automática, por lo que Cherchesov (seleccionador después del desastre de Slutsky en la Eurocopa) apenas pudo testear el nivel real de su equipo. Por si fuera poco, las lesiones se cebaron con la selección rusa. Hombres titulares como Dzhikiya, Vasin, Kambolov o Kokorin no han podido representar a su país por distintos problemas físicos.
Además, cabe destacar que en los duelos previos a la Copa del Mundo, Rusia no había vencido. Perdió ante Austria en Innsbruk (1-0) y no pudo pasar del empate con una selección turca alternativa en Moscú (1-1). Había muchas dudas respecto al once titular: defensa de tres o de cuatro, el delantero, la posición de Golovin... El ambiente no era el mejor para sorprender en tu Mundial.
Pese a todo ello, Cherchesov mantuvo intacta la creencia en su equipo. "Me siento cómodo con la crítica. Queremos escuchar la opinión de la gente, eso nos hará mejores. Intentaremos modificarla después del primer partido" comentó en la rueda de prensa previa al debut. No se equivocaba.
Se adelantó pronto en el marcador con un cabezazo potente de Gazinsky tras un magnífico centro de Golovin. Eso sí, otra mala noticia se iba a presentar: Dzagoev, uno de los hombres importantes del equipo caía lesionado. La fortuna parecía ser esquiva a Rusia. Denis Cheryshev sustituyó al futbolista del CSKA de Moscú y empezó la revolución. El '6' del anfitrión se colocó en el lado izquierdo, centró a Golovin y todo empezó a fluir. Los dos se entendieron a la perfección y, cuando pudieron juntarse, fueron un auténtico dolor de cabeza para Al-Breik. Mención también especial a la aportación de Dzyuba desde el banquillo: anotó un minuto después de entrar al terreno de juego. Arabia Saudí no pudo sostenerlos y terminó recibiendo una goleada histórica (5-0).
La euforia estaba por las nubes. Nadie esperaba un arranque tan fulgurante. Eso sí, lo mejor estaba por llegar.
En San Petersburgo, Salah apareció en escena. Egipto sacaba a su estrella del ostracismo provocado por la lesión sufrida en la final de la Champions League para lograr unos tres puntos necesarios. Los africanos habían perdido en el último suspiro ante Uruguay y el triunfo se presentaba como vital para seguir con posibilidades de avanzar a los octavos de final.
Cherchesov buscó agitar la coctelera, abandonar la comodidad del conformismo. Por ello, le dio una vuelta a su once. Apostó por lo que le había salido bien frente a los saudíes: Golovin por dentro, Cheryshev aportando mordiente por la izquierda y Dzyuba como referencia. La fortuna le sonrió de nuevo.
Después de un primer tiempo de dominio alterno, se reanudó el encuentro con un gol en propia portería de Fathy. El disparo que provocó la anotación fue de un Roman Zobnin omnipresente. El centrocampista del Spartak, que sufrió una importante lesión al empezar la temporada, se salió frente a los egipcios. Estuvo en todas partes y para muchos fue el hombre del partido. Realizó cinco entradas acertadas, ganó prácticamente todos los duelos y recuperó muchos balones. Cometió un penalti al final del compromiso que manchó su actuación pero, pese a ello, estuvo de 10.
Dzyuba y Cheryshev respondieron a la confianza de Cherchesov marcando y Golovin lo hizo leyendo el partido a la perfección. El talentoso mediapunta supo ayudar al equipo en la presión, ganó prácticamente todos los duelos, llegó a todas las segundas jugadas y acompañó con acierto los ataques de Rusia. Una participación muy completa. Al igual que las incursiones por el costado derecho de Mario Fernandes. Muy importantes contando que el '9' del equipo (pese a lucir el dorsal '22') es un portento físico que roza los dos metros.
El cómodo triunfo sobre Egipto (3-1) habla muy bien de lo que pretende este equipo ruso. Ha asegurado virtualmente su presencia en los octavos de final, algo que no ocurría desde tiempos de la URSS, y se ha mostrado como un equipo compacto al que cuesta mucho meterle mano. La hinchada ha celebrado por las calles de Moscú el pase como si fuera un título más. No es para menos. No debería el mundo del fútbol descuidarse de Rusia, pues en su Mundial están desafiando a la lógica.