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ATLÉTICO

Un aficionado jugando en el Wanda: el día que Jonathan fue Torres

En un acto organizado  por CaixaBank, 40 aficionados rojiblancos han podido vivir la experiencia de jugar un partido en el templo al que peregrinan cada semana.

Un aficionado jugando en el Wanda: el día que Jonathan fue Torres

"Lo que ellos no saben es que nosotros soñamos más fuerte". El spot del ya lejano Atleti para las dos finales de 2010 lo dejaba claro. Hay atléticos que sueñan con un equipo de canteranos, otros con que Simeone no se vaya nunca y todos con alzar esa Champions que sienten que el fútbol les debe. Todo ello más factible que el sueño que han cumplido 40 atléticos: jugar un partido en el templo del Atlético de Madrid.

Gracias a un acto organizado por CaixaBank, patrocinador del Atlético, Jonathan, un atlético que en cada partido recorre 100 kilómetros de ida y vuelta desde Serranillos del Valle hasta el Wanda Metropolitano, pudo ser Fernando Torres. En el año más sentimental del Niño, quiso homenajearle. Se atrevió eligiendo jugar con su nombre y su dorsal y acertó: tres goles, el hat-trick que Torres nunca pudo lograr de rojiblanco. Otros intentaron metamorfosearse con la garra de Diego Costa (Israel lo consiguió con 4 goles), algún nostálgico se decantó por Arteche y la mayoría quiso saltar al feudo de sus alegrías y tristezas con su nombre, o el apellido de ese familiar que le hizo atlético. El partido acabó 8-6, como si el marcador importara a quienes estaban desbordados de sentimientos.

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"Anoche cuando preparaba la bolsa me sentía como un niño en la víspera de reyes", decía Diego Martínez, un atlético de La Rioja que quiso correr tanto como Saúl en el centro del campo para honrar la lucha de su amigo Tomás Calvar. Si Natalia avanzaba por la banda empujada por su familia atlética, quien lleva 24 años peregrinando fielmente desde Parla cada domingo hasta la casa de los atléticos, no iba a traicionar sus rituales: Patricia saltó al césped como lleva 24 años subiendo a su butaca, con la rojiblanca y su eterna bufanda anudada al cuello. "Es mi orgullo", la joya más valiosa del universo para ella. Para orgullo, el de Raúl Téllez, atlético de Boadilla. En el año 71 acabó bachillerato con matrícula de honor tras la promesa de su padre madridista de regalarse lo que quisiera como premio: "El carnet del Atleti". Aquel niño rebelde saltó al Wanda Metropolitano como capitán del Atleti que ganó.

"No somos conscientes del privilegio que estamos viviendo", resumían cuando la experiencia se estaba acabando. Estos 40 atléticos de corazón pudieron recorrer el estadio, besar la reciente Europa League, saltar a su campo por las escaleras que atraviesan sus ídolos, con el himno del Atleti a todo trapo y nombrados por la voz del speaker oficial que hace unos días despedía a Torres. Un día de sentimiento atlético que ya nunca olvidarán. 

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