El fútbol sin puntos en juego pierde emoción pero, si hay predisposición en los jugadores aún podemos hablar de un partido con interés. Entre el Lugo y el Sevilla no había mayor interés clasificatorio que la confirmación matemática de que el Lugo seguiría en Segunda, pero esta vez, a diferencia de hace quince días frente al Lorca, ambos contendientes salieron con la intención de ganar, lo que le dio al encuentro ritmo de competición, alternativas y vistosidad.
El duelo comenzó con dominio alterno. El Lugo, que lucía la misma disposición táctica con línea de cinco defensas con Pita como líbero, buscaba la pelota, pero el Sevilla Atlético no renunciaba a la presión alta, con varios robos que llevaron peligro a la meta local. Escriche era la pimienta del Lugo, mientras que Olavide se convertía con su verticalidad en la principal amenaza del filial sevillista. Suya fue una ocasión que el árbitro desbarató por falta en ataque, nada clara. Los andaluces se mostraban desenvueltos y para nada transmitían la imagen de un equipo desahuciado, pero así es el fútbol y ciertas decisiones faltas de picardía explicaban el porqué de su situación clasificatoria. El ejemplo perfecto fue el primer gol del Lugo, en el que Escriche remató, solo y en área pequeña, un balón suelto tras remate previo de Josete en una falta lateral. Desolación sevillista y alegría lucense al ver que Escriche va pasando, poco a poco, de promesa a realidad.
La segunda parte continuó con el mismo guion. A falta de tensión, el partido discurría entre ataques de ambos equipos buscando un gol que no llegaba. Cantalapiedra envió un corner al palo, en un intento de gol olímpico que mereció los aplausos del respetable. Por lo demás, y como diría el gran Arsenio Iglesias, mucho que decir y poco que contar. Sergio Gil se retiró ovacionado por un público que le quiere ver rehabilitado para la causa, y Escriche también recibió su dosis de reconocimiento como joven que quiere tirar la puerta del primer equipo a base de goles. Jaime Romero pudo ampliar el marcador per falló un remate clamorosamente a puerta casi vacía, y Cristian Herrera hizo lo propio en un cabezazo que detuvo Soriano. El Sevilla Atlético aún peleó por el empate final, pero con poca suerte y alguna decisión extraña, como sacar un corner en corto cuando su guardameta había subido a rematar. El partido terminó sin más historia y el Lugo certificó matemáticamente que habitará un año más en Segunda, trofeo no menor en un equipo de su presupuesto e historia. El próximo año seguirá habiendo fútbol profesional en Lugo.