La festividad de Sant Gerard
Intervencionista. El hombre era David Gallego, con su camisa blanca y sus pantalones negros, como si en vez de ir dirigir un partido de Primera fuese a la Feria de Abril, con una indumentaria de domingo primaveral: es muy probable que este joven técnico apasionado se lo pasase igual de bien correteando por el césped de Montilivi. No tardó en arremangarse y no paró de dar instrucciones. Vivió el partido como un jugador más, charlando con Sergio Sánchez en el banquillo y ordenando al otro Sergio, en este caso García, Jurado o Víctor Sánchez, obsesionado en convencer a sus jugadores de presionar la salida del balón del Girona. No le cambió ni el 0-0 ni el 0-2, siempre inmiscuido, solo sobre su asiento en las jugadas a balón parado. El juego del Espanyol no mejoró lo anterior, pero sí el resultado. No se le podía pedir más a Gallego, una brisa refrescante tras el despido de Quique.
Orgullo perico. El anterior técnico dirigió al equipo toda la semana, por lo que la incidencia táctica de Gallego fue un matiz. Se vio en el cambio de sistema (4-3-3) y en la elección de jugadores (Javi López o Sergio García), quizás también en la actitud del equipo a partir del 0-1, curiosamente de estrategia, uno de los males de esta temporada. Antes del golpe de Gerard, el Girona fue un torbellino que se llevó por delante al Espanyol de siempre, incapaz con balón, fallón y superado. Hubo flexibilidad en el técnico, que cambió el sistema a un 4-4-2 cuando Machín hizo lo propio. En su cabeza estaba el partido e intervino para bien. Una victoria que consuela y resucita el orgullo perico.
Fin a la racha. Unos aficionados que se mezclaron con los gerundenses, en un derbi catalán que debería repetirse muchos años en Primera. Montilivi vivió una fiesta, triste para sus hinchas, pero soñada a principio de temporada, todavía en la lucha por la séptima plaza que da a Europa. Los blanquiazules botaron y cantaron, como hacía meses que no hacían, liberados después de una racha de 510 minutos sin marcar un gol y de cinco jornadas seguidas sin ganar. Los jugadores acudieron después del partido a regalar sus camisetas y a agradecerles el apoyo. Esperan que, el próximo curso, quien llegue a las últimas cuatro jornadas metido en la lucha europea sean ellos.
Sin trauma. El Espanyol despertó de su letargo con una victoria que pudo firmar el equipo de Quique Sánchez Flores de la temporada pasada. Los locales remataron 15 veces, por seis del Espanyol, pero la efectividad perica fue determinante. Gerard se reencontró con el gol y, con 14, logra sus mejores registros. Es el mejor Gerard, un alivio y una suerte, al mismo tiempo que una amenaza para un verano que puede ser movido con los jugadores estandartes. El trauma del adiós de Quique es económico, pues emocionalmente ha sido un alivio para todos, incluso seguramente para el propio entrenador. Perarnau, García Pont y Tamudo fueron al vestuario a felicitar a jugadores y técnicos. El Espanyol para la caída en la semana más dura de la era Chen.