La pitada de la que tanto se habló quedó eclipasada por la polémica en los accesos al estadio, donde los controles policiales requisaron a los seguidores del Barcelona camisetas amarillas con el lema “Ara és l’hora” (ahora es la hora).
Más allá de esta circunstancia hubo una pitada que no fue unánime desde la grada blaugrana, donde había muchos seguidores barcelonistas con banderas españolas. Además, la afición del Sevilla cantó el himno casi más fuerte que la megafonía del estadio.
En todo caso, abundaron mucho más las camisetas blaugrana y la pasión por un partido de fútbol que las reivindicaciones políticas que tanto se temían desde altas instancias.