El Villarreal ha sido un equipo muy regular desde que Javier Calleja llegó a su banquillo, en una primea parte de temporada en la que el técnico madrileño recuperó el buen juego y los resultados. Con un sistema 4-4-2 en rombo, como gran novedad, el equipo recuperó la línea de resultados y de juego. Una forma de jugar que sorprendió y que contaba con un grupo de jugadores que la ejecutaban a la perfección. Pero desde que arrancó la segunda vuelta del campeonato, al equipo le ha costado tener esa regularidad, encadenando rachas de malos resultados. Así y tras dos primeras victorias con Levante y Real Sociedad, se encadenaron una serie de tres partidos sin ganar con Betis, Alavés y Olimpyc de Lyon, jugando todos ellos con el 4-4-2 con rombo. Por ello el técnico comenzó a probar con el 4-2-3-1, lo que le permitió empatar en Cornellá con el Espanyol, siendo mejor que su rival . Pero Calleja volvió a apostar por su sistema de cabecera, encadenando tres derrotas con Lyon, Eibar y Girona, con una victoria muy sufrida con el Getafe. Una serie negativa que se solventó una vez más con el 4-2-3-1, con el que se ganó a Las Palmas y Atlético de Madrid. Pero el técnico siguió con su idea de apostar por el 4-4-2, lo que se tradujo en las derrotas con Málaga y Athletic Club, dando la peor imagen de la temporada. Un momento de crisis que el equipo ha solventado con el empate en Sevilla y la victoria con el Leganés, con el ya conocido 4-2-3-1.