Rubén y Soria secan el partido de las mil oportunidades
Infinidad de ocasiones para ambos equipos que se reparten un punto que le vale más al Sevilla que al Depor. Borges la mandó al palo en el 87’.
El Deportivo buscaba su tercera victoria consecutiva para seguir soñando con la salvación, y se quedó en la orilla en un increíble empate porque el partido tuvo mil ocasiones y ningún gol. Un día normal sería un 3-3, un 4-4, pero Rubén, David Soria y la falta de puntería dejaron a cero al contador. Los coruñeses ven alejarse el sueño de Primera mientras el Sevilla, cumplido el trámite, mantendrá la séptima plaza y viaja a la final de Copa con el expediente cumplido. Sin victoria, pero con rotaciones, un punto y buenas sensaciones en el juego, aunque no tanto en defensa.
La primera duda de la tarde era el once de Montella, y en él aparecían más titulares de los esperado con pesos pesados como Banega o Navas. El mensaje era claro, la Copa se juega otro día. Y el Sevilla se adueñó del balón desde el primer minuto en un reparto de papeles casi pactado, porque el plan de Seedorf era esperar, robar y buscar luego que sus dos aguijones, Lucas y Adrián, conectasen. El resultado fue un claro dominio de los andaluces en juego, circulación y ocasiones. Las tuvieron Layún, Sandro, Pizarro, el descarado Carlos Fernández y una clarísima de Banega que produjo sudor frío en la grada. Unas veces la falta de puntería y otras un Rubén muy acertado, permitieron que el marcador no se moviese.
Las noticias del Depor eran escasas, sobre todo porque no lograba robar y, cuando lo hacía, estaba demasiado lejos del área rival. Un cabezazo de Adrián y un par de amagos de Lucas, fueron la producción de un equipo que perdió a Krohn-Delhi pasada la media hora por un cabezazo fortuito con Geis en primer minuto que le impidió continuar y fue sustituido por Çolak.
Y todo lo que no logró generar el Depor en el primer tiempo lo tuvo en el primer minuto del segundo, cuando Mosquera mandó a las nubes un remate franco en el corazón del área. Fue el anuncio de la necesidad de ganar, del desorden, del ida y vuelta de ocasiones, porque el Sevilla seguía llegando con mucha claridad a la portería de Rubén. Golpe aquí, golpe allí, un partido en el alambre y un Rubén que volvía a salvar los muebles ante Sandro. Y así seguía el partido, una para Sanabria, otra para Adrián, una más de Layún, otra de Mosquera. Y en esa locura Montella fue a por todo paso a paso, pólvora a pólvora: Sarabia, luego Nolito y por último Muriel. Pero la más clara, la que rozó la épica, fue de Borges, que mandó el balón al palo en el minuto 87’. Luego las tuvo Lucas, pero no era el día del gol.
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