Análisis: Valencia, detalles y necesidades del proyecto
Pasadas 48 horas del partido del Valencia en el Camp Nou, hay que profundizar en la confesión de Marcelino. “No estamos a la altura de ellos”.
En la mano de Ter Stegen a Rodrigo o en el pie de Keylor Navas a Parejo. O en el misil que lanzó Correa aprovechando el único despiste defensivo del Valencia durante los 90 minutos de partido en el Wanda Metropolitano. Seguramente en esos detalles, de centímetros en los casos de los dos porteros, se dejó el Valencia puntos por el camino en sus enfrentamientos contra Barcelona, Real Madrid y Atlético, tres equipos que gracias al buen hacer de Marcelino y sus pupilos vuelven a ser rivales de facto del Valencia. A fin de cuentas, con ellos habita en la zona noble de la clasificación y con ellos compartirá Champions el curso que viene. Pero el cúmulo de esos detalles no es causal, como tampoco lo es que el Valencia haya sumado 3 de 18 puntos contra ellos (16%) y 62 de 78 contra el resto (86%).
El Valencia de Marcelino ha dado pasos de gigante este curso, bastantes más de los que inclusive se pensaban de puertas hacia dentro de oficinas y Paterna. En este sentido, el guardameta Neto reconocía hace pocos días en Radio Valencia Cadena SER que Mateo Alemany le fijó como objetivo cuando le fichó en verano acabar la Liga en sexta posición. Dicho de otra manera, Alemany y Marcelino, gente de fútbol que miran el presente y no la historia, entendían y fijaban el primer paso para recuperar el proyecto de Lim en dar un salto de seis posiciones con respecto al curso pasado (12º) y clasificarse así para regresar a competir por el Viejo Continente vía Europa League.
Pero, gracias a una buena (excelente) planificación, un vestuario sano y solidario y un mensaje claro del entrenador a sus futbolistas, además de una regularidad de resultados a principio de curso por encima inclusive de los cimientos tácticos que tenía el equipo allá por septiembre y octubre, el Valencia, hace ya varias semanas, dejó de competir su puesto con quienes en teoría serían o se pensaba que iban a ser sus rivales: Sevilla y Villarreal. De hecho, cuando la Liga entraba en esas diez últimas jornadas en las que decía Luis Aragonés que se juegan los títulos/los objetivos, el Valencia se encontraba -y lo sigue estando- luchando contra Atlético y Real Madrid por acabar segundo, tercero o cuarto.
Aún así, como bien dijo Marcelino en la sala de prensa del Camp Nou, “no estamos a la altura de estos equipos, tenemos que crecer”. Lo dijo tras un partido en el que el Valencia disparó más a puerta que los de Valverde (17 por 12) y en el que al descanso del encuentro la palabra que definía el sentir del valencianismo en redes sociales era orgullo. Pero 48 horas después de los disparos de Guedes y Rodrigo, la realidad de los datos es incuestionable: 3 de 18 puntos contra sus compañeros de viaje en la próxima Champions. Ello significa que el Valencia, el curso que viene, tiene que mejorar para tratar de llegar a ese nivel de competitividad o llámese eficacia y, a su vez, no mermar en su regularidad ante los otros 16 equipos de Primera, que son ante los que ha sumado el 95% de sus 65 puntos.
El Valencia, que en paralelo a su competir por la Liga ha ido reforzando su estructura (el fichaje de Pablo Longoria es un ejemplo) tiene por delante unos meses diferentes a los de hace un año, pero igual de trascendentes para el proyecto. Dos son las principales diferencias: una, la limpieza de vestuario ya se hizo; otra, que llevan meses trabajando los que tienen que tomar decisiones, no como sucediera hace un año cuando aún formaba parte del club Alesanco.
Pero el Valencia debe armar un proyecto Champions y eso es otro cantar. Eso tiene sus códigos. El Valencia, el año que viene, no puede ir por la vida con 21 futbolistas, porque lo acabará pagando en Liga y de lo que se trata es de volver a la Champions para quedarse en ella, no para asomarse como con Nuno y morir en el intento por una pésima planificación, que fue lo que sucedió por no vender a Otamendi cuando tocaba y tener que fichar después a correprisas a Santos y Abdennour.
A fin de cuentas, no olvidemos, el Valencia, que tiene que vender por valor de 45 millones para cumplir con el presupuesto y mantener su margen de coste de plantilla según los parámetros de Fair Play, más allá de caja con Cancelos y Nanis, debe decidir quién está en venta y quién no; si venden a solo uno de los 'muy buenos' y se quedan con más de los que han hecho vestuario y equipo o colocan a varios por menos para no vender a ninguno de los 'muy buenos', a riesgo de romper la armonía reinante.
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