En Leganés, el equipo gallego suena a nostalgia de regusto dulce. Incluso se podría decir que a morriña, de no ser porque Butarque queda más cerca de Despeñaperros que de las Rías Baixas. Allí, en la ría, oteando bateas y soñando goles se crío Iago Aspas, un príncipe del balón con cara de pícaro y zurda de seda afilada que dio, una noche gallega de agosto, la bienvenida al Lega en Primera. De aquel envite tan cercanamente lejano de la temporada pasada no queda mucho. Quizá el recuerdo. Puede que ni eso. Ganó el Lega. Perdió Aspas.
Una y no más, debió pensar el menudo ariete que, esta campaña, al volverse a cruzar con los pepineros, les sometió a su domino. A su hambre. A su gol. Enrachado tras su hat-trick al Sevilla, famélico de sueños mundialistas, Iago quiere mantener su dictadura sobre los madrileños y, de paso, liderar las aspiraciones europeas de un Celta que, dice Unzué, se lo cree de verdad. Con sus competidores directos luchando esta jornada entre sí, con un calendario de aúpa asomando en el horizonte (Barça, Valencia, Villarreal, Depor, Madrid…), los celestes olfatean en esta visita a Butarque una ocasión única de mantener arriba la ambición y su depósito de puntos (sigue el partido en directo en As.com).
Zona media. Enfrente, un Leganés zarandeado ayer por su entrenador. Dice Garitanoque no le gustan las sensaciones que transmiten los suyos. Que se están dejando llevar. Que así no. Que hay que volver a competir porque la salvación no está atada. Una llamada al orden con poca pólvora para ejecutarla. Amrabat está lesionado y Beauvue, castrado por la cláusula del miedo. Tampoco jugará Gabriel, sancionado. Un drama para un Lega limitado en el gol que confiará su puntería a Guerrero, más un ‘10’ que un ‘9’. En el Celta vuelve Maxi Gómez (irá directo al once) y Emre Mor tras el castigo de su técnico. El turcodanés forma parte de la lista de 19. En el Lega podría entrar el delantero canterano Salazar.