Canas, menos pelo, semblante serio... La historia se repite en el banquillo del Barça durante la última década. El antes y el después (el durante, prácticamente) es evidente. La exigencia y el estrés que comportan el cargo de entrenador azulgrana desgastan y se deja notar en el físico de los técnicos. Pep Guardiola y Luis Enrique ya lo sufrieron y a Ernesto Valverde le han bastado unos meses para comenzar a evidenciar las secuelas.