Roberto contó cómo se libró de los atentados del 11-M
El guardameta del Málaga narró en Instagram su vivencia en esa trágica jornada. Perdió el tren en Vicálvaro y se libró de viajar en uno de los vagones que explotaron.
Roberto Jiménez tenía 18 años y estaba en las categorías inferiores del Atlético de Madrid cuando su vida pudo haber cambiado trágicamente. El guardameta del Málaga ha narrado en Instagram cómo se salvó de viajar en uno de los trenes que explotaron el 11 de marzo de 2004.
Reproducimos el texto contado en primera persona por el portero madrileño:
"Hoy hace 14 años que me levanté una mañana como otra cualquiera para ir al colegio. El plan era el de cada día. Levantarme, arreglarme, desayunar e irme andando a la estación de Vicálvaro para coger el tren dirección a Atocha y cambiar de tren hasta Alcorcón, donde se encontraba mi colegio. Rara vez mi padre y yo salíamos de casa al mismo tiempo, y en esas ocasiones, era él quien me acercaba a la estación en coche antes de irse a trabajar.
Aquel día, fue uno de esos días en que coincidimos. Bueno... Tuve que esperarle hasta darme cuenta de que podrá perder el tren y llegar tarde a clase. Pero me podía más, si tenia oportunidad, el hecho de ver a mi padre un rato más por la mañana antes de pasar todo el día cada uno en una punta de Madrid. Como era costumbre me dejó en la puerta y con un beso se fue.
Yo corrí a los tornos, los pasé casi sin tocar ya que el túnel de acceso al andén ya vibraba con la llegada del tren, y subí las escaleras de tres en tres. Para mi decepción, las puertas del tren ya se cerraban, e inútilmente y como tantas veces hemos hecho todos alguna vez, pulsé el botón de la puerta una y otra vez mientras el tren comenzaba a acelerar progresivamente. Sin ninguna duda, ese día llegaría tarde al colegio... Mejor dicho, no llegaría...
Cinco minutos más tarde, se escuchó en el andén lo que sería el desencadenante de esta historia. El ruido de una explosión se escuchó a lo lejos, pero lo suficientemente cerca para que el sonido retumbara en las vías hasta llegar a los pasajeros que esperábamos el siguiente tren en nuestro andén. Algo había explotado en la estación contigua de Santa Eugenia.
Una voz aparentando tranquilidad avisó por megafonía que abandonáramos el andén y saliéramos de la estación. Sin esperar un segundo y ante la aglomeración de pasajeros a la entrada del túnel, salté la tapia y me marché a casa. Al llegar, conté lo ocurrido a mi madre y todavía sin respuesta alguna encendimos la tele a ver si decían algo.
Al encenderla, nos encontramos con la triste historia por la cual hoy rendimos homenaje a todas sus víctimas y familiares de las mismas. La pregunta de que me hubiera pasado si hubiera cogido mi tren ese día se repite cada año en mi cabeza. Al igual que se repite la misma secuencia de lo que ocurrió aquella mañana.
Misma secuencia, mismas preguntas y cada año la misma pena que no cesa, ni cesará nunca... como si fuera ayer".