Loren Morón sale de un pasillo de collejas.
MIGUEL MORENATTIDIARIO AS
ASTV
Apunto de marcharse al Zaragoza, que le tenía fichado para este invierno, el Betis dio un volantazo y renovó en enero a Lorenzo Morón Loren accediendo a su gran petición: tener un sitio en el primer equipo, pues su edad (24 años) le impedía alternar con el filial. La decisión no le pudo salir mejor a Setién, que sorprendentemente decidió darle la camiseta de titular a las primeras de cambio: ante el Villarreal, en su debut, Loren anotaba el doblete de la victoria heliopolitana (2-1) con dos goles de auténtico killer, sin necesitar casi ni media ocasión. Algo parecido ocurrió el pasado lunes en A Coruña, cuando aislado todo el partido aparecía para hacer el 0-1 en la jugada más peligrosa de los verdiblancos. Y ese gol, de nuevo, valía una victoria que tiene al Betis cerca de Europa.
La explosión, tardía, no es más que la continuidad de un 2018 mágico. Loren había marcado en los seis partidos que jugó con el filial durante este año (llevaba 17 en 23 partidos de la campaña) y siguió la racha a las órdenes de Setién. Nacido en Marbella e hijo de un defensa que jugó en el Sevilla y ascendió con él a principios del nuevo siglo, circula por las redes la foto de un niño pequeño que viste sonriente la equipación bética. “Me insistió tanto que le tuve que comprar la equipación del Betis. Y yo, mientras, jugando en el Sevilla...”, afirma su padre, central que también fue del Marbella, el Mérida y el Recreativo de Huelva.
Aunque a aquel chaval que pegaba patadas a la pelota también le gustaban, entonces incluso más, los estoques. “Iba para torero, pero el primer día que me puse delante de una vaca decidí que tenía que tirar por el fútbol”, ha confesado Loren estos días. Su ídolo, Jesulín de Ubrique, movía masas. Él había sido un delantero mucho más silencioso... hasta ahora.
