Cuenta el historiador Emilio Nadal en su relato “Levantinistas y valencianistas” la leyenda de Paco Machancoses. Corría el año 1922 cuando el Barcelona del mítico Zamora visitaba por primera vez Valencia. Lo hacía para disputar un amistoso en Algirós. Como era habitual en esos años, el Valencia solicitó al Levante la cesión de su mejor jugador, Machancoses, a quien los cronistas de la época definían como un centrocampista fornido a la vez que técnico. Machancoses aceptó vestirse por un día totalmente de blanco, aunque en un gesto de amor y rebeldía por sus colores sustituyó el escudo del Valencia por el del Levante. Tal anécdota evidencia la rivalidad primitiva entre los dos clubes y, en particular, cómo se vive ella desde el bando granota, que tiene una deuda histórica con su gente: ganar en Mestalla, escenario donde no lo hace desde 1939 y jamás en Liga.
Al Valencia le llega el derbi como el ciclista al último repecho en etapa reina (sigue el partido en directo en As.com). En su caso, además, con pájara de resultados desde la primera subida. Los de Muñiz pondrán a prueba el cuerpo y mente de los de Marcelino, que llega con la enfermería como autopista en temporal: colapsada por Pereira, Garay y Rodrigo, además de Murillo, que habita en ella desde noviembre. Coquelin sí llega. Por ello el once de Marcelino será más previsible del que alineó contra el Barcelona el jueves, con Santi Mina por Rodrigo, Vezo por Garay y la vuelta al 4-4-2, con Carlos Soler y Guedes en las bandas.
Muñiz, por su parte, con los Pazzini, Rochina y Sadiku, además de Al-Muwallad y más aún con el regreso de Roger, ve la vida como más completa. Eso sí, el Levante no gana desde hace 10 jornadas y está a dos puntos del descenso.