Iago Beceiro está desaparecido y el Arousa se plantea su expulsión

Mezcla de sensaciones en el Arousa, equipo de Tercera División. Iago Beceira no aparece. Nadie sabe nada de él. Su entorno no conoce su paradero. Tampoco contesta a las llamadas y mensajes. Y todo esto desde el pasado viernes por la noche. La preocupación del club se eleva, pero también la decepción con un jugador cuyo pasado sigue siendo un arduo bagaje. Acostumbrado a vivir de noche, Beceiro es reincidente en este tipo de altercados. Y eso, también preocupa en el club.

Así lo comunicó Eduardo Carregal, director deportivo del Arousa. Según informa La Voz de Galicia, desde el club se han cansado de tratar de contactar con él y se plantean el despido. Consideran una falta "muy grave" no haber acudido ni al partido frente al Negreira el pasado domingo ni a los entrenamientos. Carregal advirtió sobre una falta de compromiso con la entidad que apostó por él, a pesar de su pasado, y que le ha pagado el sueldo durante los últimos siete meses.

Así pues, Carregal anunció que esta tarde a las 20:00 horas tendría lugar una reunión con todos los integrantes de la comisión deportiva del Arousa donde se trataría el caso de Beceiro. "Que un jugador desaparezca es una falta muy grave. La acumulación de faltas (no acudir al partido frente al Negreira y no entrenarse el lunes pasado) pueden dar lugar a la expulsión del club. Lo que no podemos hacer es dar esta imagen", comentó el director deportivo de la entidad vilagarciana.

Sin embargo, Carregal no sólo mostró enfado y decepción, sino también preocupación personal al ver que su entorno tampoco tenía noticia de él. Además, Jorge Otero, entrenador del Arousa, negó que Beceiro hubiera protagonizado alguna situación parecida que llevara a pensar que la fiesta se le había ido de las manos. La madre del futbolista no sabe nada. Tampoco José Manuel Zubiela, más conocido como 'Zubi', presidente del Verín y una especie de guía para Beceiro. Zubi ayudó al joven jugador y a 'Sergito', otra promesa que se vio truncada por los vicios de la noche. El presidente del Verín les acogió en su casa y trató de que ambos asentaran la cabeza.

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De hecho, El Día de Después emitió un programa en 2016 en el que Iago Beceiro decía estar rehabilitado de todos sus vicios. "Antes lo mío era salir, llegar a casa a las tantas, levantarme a las cuatro de la tarde... y cuando llegas a ese punto en el que estás en tu casa llorando porque estás mal, pues ahí dices 'o me voy de aquí y juego al fútbol y cambio, o voy a acabar preso, loco y muy mal'. Yo ahora lo veo desde otro punto de vista. Soy una persona que está plenamente recuperada para jugar al fútbol y lo veo como lecciones para mí. Estoy convencido de que ahora puedo llegar a jugar en Primera División", decía Beceira en dicho episodio.

Trayectoria

Iago Beceiro (A Coruña, 1993) es de sobra conocido en su provincia natal. Allí se formó como jugador, en las categorías inferiores del Deportivo, equipo con el que llegó a debutar con el primer equipo en Copa del Rey a los 17 años, quizás demasiado pronto para un joven que no supo digerir el éxito. Su talento a esa edad le llevó a ser internacional con la selección juvenil, pero sus juergas volvieron loca a la entidad deportivista, que decidió prescindir de él cuando militaba en el filial. De allí se marchó a Ucrania, donde coincidió con Lucas Pérez (el delantero estrella del Depor) en el Karpaty de Lviv. Tras eso, varios clubs de paso (Dynamo de Kiev B, Depor B, Caudal, Somozas) hasta que finalmente llegó al Verín, equipo por el que había pasado fugazmente, pero con el que finalmente encontraría algo de luz, tanto en lo deportivo (aportó 17 goles en 1.795 minutos para llevar al equipo a Tercera) como en lo personal, al encontrarse con Zubi.

Una vez rehabilitado, Beceiro firmó con la Ponferradina (entonces equipo de Segunda División) por tres años, aunque el equipo berciano lo cedió. Sus siguientes destinos fueron el Astorga, el Navalcarnero y el Barco hasta que, finalmente, el Arousa decidió apostar por él en un nuevo intento porque Beceiro brillase con la misma intensidad que brilló en sus inicios más inocentes.