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Un dardo y a las trincheras

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Los momentos. El fútbol (para simplificar) consta de dos momentos que vienen determinados por si tienes o no el balón. Hay equipos (entrenadores, más bien) que priorizan una fase u otra. No es necesario explicar en cuál de ellos se ubica Quique Sánchez Flores y su Espanyol. Basta con que, en un ejercicio de masoquismo, observen nuevamente el partido de ayer en La Rosaleda. El Espanyol se echó para atrás, cerró líneas, basculó, despejó, presionó... Y apenas hubo noticias suyas con el balón. Parecía que la pelota estaba cosida con explosivos y no con cuero, repelida en todo momento por el equipo catalán. En ese horror visual, los pericos pescaron tres puntos de oro, que lo sitúan a las puertas de la octava plaza.

Un dardo. No sabían los aficionados del Málaga cuando silbaron a Darder en los prolegómenos que, a los cinco minutos de partido, provocaría otro ejercicio sonoro en su contra y en la de un Málaga que salió dormido y sorprendido por el Espanyol. El mediocentro, tras un calculado pase de Sergio y un control con sus partes, enganchó un gran remate con el empeine exterior que batió a Roberto. Se disculpó. Su salida fue abrupta, pero el Málaga le dio mucho a Darder, lo hizo hombre después de llegar imberbe.

Estado de gracia. Ese tanto le valió la victoria al Espanyol en una Rosaleda sin espinas: acumulan los pericos seis visitas seguidas sin perder. Un triunfo que rompe estigmas. El Espanyol logra ganar por primera vez fuera de casa y enlaza dos victorias seguidas y tres partidos sin perder. Después de hacerlo ante el Girona y agitar el once, el Espanyol ha mejorado sus resultados y, aunque su juego siga siendo pobre, vuelve a ser ese equipo atrincherado pero efectivo, al menos últimamente.

Cara y cruz. Si Sergio o Javi López están siendo la cara de esta miniracha, Leo Baptistao se está convirtiendo en la cruz. Una vez le han abandonado las lesiones, se esperaba más incidencia en ataque de un jugador de su nivel. No sabe el ítalo-brasileño si es extremo o delantero, ni tampoco encuentra los espacios para hacer daño en conducciones o desmarques como al principio de curso. El Espanyol debe encontrarlo cuanto antes si no quiere padecer para meter goles, algo que reace solo en Gerard salvo alguna aportación como la de ayer de Darder, el dardo antes de encerrarse en la trinchera.

Sufrimiento. Entre el octavo y el decimoquinto hay solo dos puntos y una escala de grises inmensa. Si el Espanyol es capaz de ganar la próxima semana al Athletic es probable que acabe la primera vuelta en el top ten. Un mérito teniendo en cuenta la trayectoria del equipo, que llegó a tocar fondo cuatro jornadas atrás. Nadie discute el esfuerzo encomiable, sino la difícil digestión de los partidos. Es como comer un mulo.