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ATLÉTICO DE MADRID

“Ojalá emocione con mi arte como mi padre con el fútbol”

Paulo J. Futre, hijo del icono de Portugal y del Atlético, Paulo Futre, es artista y ha inventando una nueva técnica pictórica: los cuadros de ‘espejo líquido’.

Madrid
Paulo J. Futre con dos de sus cuadros en la técnica pictórica de espejo líquido: los retratos de Fernando Torres y Saúl.
Paulo J. Futre con dos de sus cuadros en la técnica pictórica de espejo líquido: los retratos de Fernando Torres y Saúl. JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

La electricidad con la que corría su padre pegado a la cal también la transmite él. Está en sus manos, en sus ojos cuando habla de arte. Es Paulo J. Futre. “Me llamo igual pero soy versión Hacendado”, ríe. En realidad es lo mismo, aunque en otra materia. Nacido en 1989, en vez de compartir campo con Schuster, expone junto a grandes del arte contemporáneo como Luis Gordillo. “Desde niño mi padre me decía: ‘Mira, y perdona la expresión, manda huev... que, entre mis hijos y sobrinos, eres el único zurdo y también el único que esto no...”. Su camino ya era otro.

Paulo J. desmontaba Game Boys para insertarles espejos o experimentaba con sus apuntes, perfumando distinto cada página para saber si así los memorizaba antes o distinto. Con 30 kilos de peso más, en el colegio era portero. “Y no lo hacía mal, eh, abarcaba mucho”, sonríe. Su hermano Fabio, que sí jugó a fútbol, diestro, extremo, cantera Atlético, ríe al recordarlo porque entonces ya acotaba el garaje para sus experimentos. “Recuerdo que un día le dije: ‘Voy a meter el coche’. Su mirada fue de ni se te ocurra”. Fabio tiene un año menos. De siempre ha llamado a su hermano El inventor.

Cuando un amigo de la familia enfermó de cáncer a los 14 años, decidió estudiar Biotecnología (uso de técnicas para modificar organismos vivos). “Pero, al comenzar la carrera, me di cuenta que no era para mí”. Aunque sí le gustaba experimentar, su parte científica. Algo hizo clic. Se pasó a Diseño y Bellas Artes y, como Yves Klein descubrió el azul klein, en su proyecto de fin de carrera Paulo J. inventaba una nueva técnica: la pintura de espejo líquido. Matrícula de Honor, Premio al mejor expediente y la nota más alta de su promoción.

“La idea original vino de un concepto del teatro: la cuarta pared, el metafórico muro que separa la audiencia de la obra”. La ambición de romperla. “Y envolver al espectador como parte activa de la obra”. Fantasía y realidad en el mismo plano. Metaficción.

Año y medio en su garaje, buscando una pintura que espejara. “Yo pensé que existía. Lo hacen los espejos, ¿no? Pero luego, investigando, me di cuenta que no se podía hacer”. Y empezó a mover sus probetas. Cloruro de estaño, nitrato de plata, capas, “una fórmula secreta” y, voilá, había nacido un artista: Paulo J. Futre. Así firma sus cuadros abstractos. Hace un año, con inspiración de Velázquez o Warhol, comenzó a hacer retratos bajo la firma de su estudio de diseño, Spequo. El nombre viene de la mezcla en italiano de espejo (specchio) y agua (aqua).

Su padre, cómo no, también es germen. Su padre en el Super Soccer de Super Nintendo.“Me parecía muy curioso que estuviera ahí, en el juego, composición de bits en movimiento, y a la vez verle en el salón en calzoncillos”. O su presencia mediática, hiperreal. “Mi hermano y yo podemos ver cómo crecimos por los recortes de la prensa”. De su primera etapa en el Atleti no tiene recuerdos. “Los primeros son del Milán”. Hoy lo vería con Griezmann, Costa, Simeone: “Tener una variable imprevisible sería un gran valor añadido...”.

Futre en el Atleti

“Ojalá yo tuviese la capacidad de emocionar que tenía mi padre, su manera de silenciar. Me ha enseñado vídeos del Bernabéu y cómo enmudecía éste cuando él cogía la pelota. Está muy bien inspirar palabras pero aún mejor es dejarnos sin ellas”. Por eso, quizá, el cuadro a su padre no es su rostro sino un gol: a Buyo, final de Copa 1992. “Dije: voy a hacer con mi arte lo que, para muchos, fue su mejor obra de arte”.

Su primer retrato fue de Torres, “mi ídolo adolescente”. Gabi, Saúl, Figo o Ricardinho, a tamaño 100x70, se le unen ya. Con un coste de 2.000 euros, sus cuadros llenan salas en México, Miami o Suiza, tal y como llenaba su padre estadios de fútbol cuando corría, pegado a la cal, eléctrico, puro arte.

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