Parejo hace fuerte al Valencia
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El Valencia, que jugó para ganar durante la primera mitad y sufrió hasta para poder lograrlo en la segunda, espantó los fantasmas de Getafe y sigue sin bajarse del carro. Dani Parejo, que de nuevo encontró en el Celta su víctima favorita (siete goles con el de anoche les ha marcado a los vigueses), acabó dándole a los de Marcelino tres puntos que le permiten seguir soñando. Vuelve a colocarse el Valencia a dos puntos del Barcelona (este con un partido menos) y amplía distancias con el Sevilla, quinto el discordia para meterse en la Champions. Todo ello ante un Celta al que la inspiración de Iago Aspas no le fue suficiente para puntuar en Mestalla.
Fue un partido entretenido. Lo fue durante fases por fútbol, en otras por nevios. Un partido de los que enganchan al espectador y que da un subidón al que lo gana, si bien tampoco desquicia al que lo pierde. Un encuentro que se dedició porque Munuera Montero vio en el área del Celta lo que nada más comenzar la velada se le pasó de largo en la del Valencia: penalti. Parejo lo transformó y ahí se decidieron los puntos.
El Valencia de Marcelino tiene una máxima y es que compite. Si además tiene el día, divierte. Eso fue lo que al menos pasó en la primera mitad. Ni un minuto había transcurrido cuando Rodrigo envió el balón al palo. Era como un aviso de que el partido iba a ser movido y, a su vez, un mensaje encriptado que venía a decir que este Valencia no tiene vértigo a las alturas, que le gusta estar donde está. Y en verdad cada jornada que pasa evidencia que tiene cosas para llegar lejos. Neto es un portero de los que dan victorias, antológica fue su parada a remate a bocajarro de Aspas, y Zaza, que firmó su décimo gol en Liga, un delantero de los que los dan puntos. Pero, sobre todo, o además, entre uno y otro hay un equipo que sabe lo que quiere, a lo que juega.
Todo sea dicho en los primeros compases parecía que Iago Aspas iba a deleitar a los presentes con otro show de los suyos. El gallego de salida hacía lo que quería y encontró en Pione Sisto su mejor aliado. Pero cuando el Valencia se puso a presionar a todo campo como si no hubiera mañana, al Celta le salieron goteras en la transición defensa-ataque y Rubén Blanco empezó a verse rodeado como Mickey Mouse en Disneyland. Rodrigo, Gayà, Carlos Soler y así hasta que Zaza, de cabeza tras córner, adelantó al Valencia, que en esos minutos tenía el partido controlado.
Sin embargo la cosa cambió tras el descanso. Ni un minuto había transcurrido cuando Iago Aspas encontró el camino del gol, su noveno en el campeonato, consolidándose como el mejor goleador español. El empate del Celta fue como un cortocircuito en el sistema nervioso ché. Ya no presionaban igual, ya no llegaban entorno a Rubén como antes del descanso. Al contrario. Era el Celta el que manejaba la pelota con mejor criterio y cada vez que Pione Sisto o Aspas aparecían, Mestalla sufría.
Pero entre el apretón que pegó la grada y la garra que le da a los valencianistas verse arriba en la clasificación, el Valencia fue ganando terreno. A ello contribuyeron los cambios de Marcelino, tan sorprendentes como decisivos. Nacho Gil por Carlos Soler y Mina por Rodrigo. Fue el primero el que pisó en el área en la acción del penalti. Tan inocente como evidente. Y Parejo no perdonó.
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