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ESPANYOL-DEPORTIVO

Velocidad de crucero en la semana mágica

Fue un equipo sano el Espanyol en estos tres partidos, con sus virtudes y sus taras, vigoroso en defensa, incisivo en ataque y con más recursos en el juego posicional.

Barcelona
Granero, Leo y Gerard.
Andreu Dalmau

Estabilizados. Siete de nueve para el Espanyol en la semana del despegue, con tres alineaciones idénticas salvo la incursión de Diop por Fuego, indispuesto por problemas estomacales ante el Deportivo, un amable invitado. Fue un equipo sano el Espanyol en estos tres partidos, con sus virtudes y sus taras, vigoroso en defensa, incisivo en ataque y con más recursos en el juego posicional. Es curioso que Quique no haya rotado con la plantilla más extensa en la historia perica, circunstancia que se añade a la lista de tareas del cuerpo técnico. Pero el once ha rendido a un nivel que recordó al mejor Espanyol del curso pasado.

Las banderas. No fue un encuentro de bandera en el césped pese a la goleada perica: el Espanyol, brillante en la primera media hora, a merced del Deportivo hasta el 3-1 y los cambios, arrollador en los últimos 15 minutos. Pero sí lo fue en la grada, reflejo de los momentos de conflicto que se viven en Cataluña. La Juvenil expresó su opinión en una pancarta que resume el sentir del club, criticado estos días: “Solo RCDE”. La senyera y la rojigualda coparon Cornellà-El Prat, una estampa que recordó a otras épocas. Reminiscencias de los tiempos que corren y de la amalgama social que hay en Cataluña.

Bipolaridad. A una época pasada también recordó el Espanyol por momentos. Los pericos son incapaces de hacer un encuentro completo y la grada pasó de silbar a hacer la ola. Por momentos, son un equipo vertical, sólido, con dosis de juego combinativo gracias a jugadores como Darder, siempre certero en el pase, multiplicando las posibilidades del ataque. Pero con el paso de los minutos, la cabra tira al monte como el equipo de Quique al repliegue, empotrado en su portería por el juego minimalista pero poco efectivo del Deportivo. Repleto de trescuartistas, sin Andone, Adriàn y con un Lucas en baja forma, los deportivistas se quedaron cortos en la base y en la punta, como una lanza con el pico de plástico.

Armas letales. No de plástico sino de acero es el ataque del Espanyol. Baptistao fabricó el primero, Gerard anotó el tercero, el cuarto y participó en el segundo, mientras que Sergio tuvo opciones de hacer también el suyo, ante una grada que volvió a corear aquello de Falete y acabó haciendo la ola con un Deportivo ya vencido y sin alma. Hasta Granero provocó el penalti y Roca le dio más empaque al equipo. Con los tres cambios del técnico, el partido pasó de 2-1 a 4-1. El Espanyol acabó como si el encuentro acabase de empezar. Fuerte. El poder está en la mente, ya lo dijo el maestro zen Quique.

Velocidad de crucero. El Espanyol estabiliza su vuelo después de un despegue accidentado, con turbulencias en las primeras jornadas, al paso del Leganés y el Camp Nou. Pero ahora alcanza la velocidad de crucero. Está por ver hasta qué puerto llegará. Pero este Espanyol ya es el que quiere su entrenador, con sus matices y mejoras.