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ESPANYOL

El Espanyol echa raíces en la tierra de Nakamura

‘Taka’, responsable de la escuela, habla del proyecto: “El objetivo es que estos jugadores puedan competir en España en el futuro”.

Barcelona
La Escuela del Espanyol en Japón.

El Espanyol es de Barcelona, juega la Liga española pero quiere ser una marca internacional. No hay mejor herramienta de márketing que el propio fútbol: el camino más directo es jugar competiciones europeas. Cuanto más ganes, más te conocerán. Pero mientras eso no sucede, el Espanyol intenta plantar semillas en nuevos países mediante otras estrategias, como las escuelas de fútbol. En Japón ya hay otro proyecto en marcha.

“Hace cuatro años, el Espanyol empezó a hacer sus campus. Entonces empezaron a buscar un entrenador japonés que tuviera experiencia en España. Por eso me llamaron para conocerme y me hicieron la oferta”, comentó Takashi Yoshizumi, quien ha pasado tres años en Barcelona cursando el título de entrenador y realizando las prácticas. Ahora será el que se encargue de “transmitirle a los niños los conceptos y los conocimientos del Espanyol. El objetivo es que estos jugadores puedan en el futuro competir en España”.

Taka (así se le llama) confiesa que la gente si conoce al Espanyol, pero que no lo asocia con Barcelona. “Nakamura todavía es muy conocido y nos ayuda porque la gente conoce al Espanyol por él. Ahora está jugando en la Primera División, en el Júbilo Iwata”, explica, mientras reconoce que son otros equipos y jugadores los que acaparan la atención. “En Japón se miran los partidos de Barcelona, Real Madrid y los equipos en los que juegan los japoneses. Son famosos Cristiano, Messi, Neymar, Iniesta… Muy poca gente conoce a algún jugador del Espanyol”, reflexiona.

La escuela perica en Japón.
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La escuela perica en Japón.

El entrenador se formó primero, como jugador, en las universidades japonesas, por lo que conoce a la perfección las virtudes y defectos de ese fútbol. “A Japón le faltan muchas cosas, por ejemplo hay todavía excesivos campos de tierra. También creo que hay que mejorar el nivel de los entrenadores para que los niños puedan aprender. Los niños japoneses están acostumbrados a escuchar, pero no a pensar por ellos mismos. Y ese es el proceso diferenciador”. Y añade: “Al final el fútbol japonés es lo que yo llamo ‘casual’, porque siempre depende de los jugadores”.

La primera misión de la escuela es aglutinar niños para poder seleccionar a los mejores y competir en las ligas japonesas. Un proyecto que se repite en otros países y también en la tierra de Nakamura.