Iñaki Williams lidera al Athletic ante un animoso Girona
Los goles de Muniain y Aduriz dieron a los de Ziganda su primera victoria en casa de la temporada. Con dos triunfos y un empate los rojiblancos se meten en puestos Champions. Alavés - Athletic: LaLiga Santander
Con una solvencia y autoridad descomunales, el Athletic pinchó el globo de la ilusión del Girona, que viajó por primera vez en la élite nacional y saboreó la amargura de la derrota. Con el gasto mínimo, el contragolpe y la pegada fueron locales: los jugadores con chispa de vanguardia hicieron el trabajo. El partido se atrancó en muchas ocasiones, entre uno que lo metió en el congelador y otro que se derretía en el último tramo del campo.
Muniain anda en el mejor momento de su carrera. Dicho por él. Ante los dos carrileros largos del Girona (muchas veces excediéndose a una posición natural de los extremos), leyó perfectamente la partitura de San Mamés. A la espalda de los laterales se queda un espacio muerto que el pequeño rubio de La Txantrea explotó muy bien, enredando entre los centrales y filtrando pases entre líneas. Entre los bostezos del personal, en el minuto 25 inició una jugada con pase a Beñat, que entregó a Williams. Este dio una asistencia con el interior al corazón del área, donde Raúl García no pudo llegar pero sí Iker, tras una carrera de 30 metros, en un escorzo incómodo para marcar. Luego este siguió con un amplio catálogo de pases entre líneas. En la segunda parte, en otro panorama similar con el Girona tratando con más cosmética que realidad de ser el jefe del fútbol, Iñaki volvió a su papel de 'Magic' Johnson con las asistencias. Herrerín sacó largo desde atrás y Aduriz se fue a la peinada, algo de lo que ha hecho un oficio, aunque no pudo tocarla. El que si la agarró es el hombre con más fe del mundo Athletic, Williams, que cedió al propio Aritz para el 2-0 definitivo.
El Girona se fue con la cabeza gacha. Es atrevido, la mueve bien con los pequeños, presiona, espera que la baje Stuani y domina la posesión, aunque las ocasiones se las deja al contrario. Es un recién llegado al club selecto de la Primera División, pero tiene el descaro y la combustión de un socio de toda la vida. Ocurre que para formar parte de esta nobleza no vale con el ánimo, los de ese cielo futbolístico te funden por linaje, esto es, con el oficio y la pegada. Pone mucho celo en jugar la pelota pero el verdadero debate está en el área y ahí no cuenta con actores principales.
Desde el soplo inicial, el Athletic estaba plano, a la expectativa. El Girona mostró empaque y personalidad, con sus tres centrales, un trivote en medio comprimiendo los metros y dos carrileros abriendo mucho el campo. Arrancó gobernante, con aplomo. Colonizó al Athletic en su campo y con sus tretas por las bandas, donde encontraba superioridades con extremos y laterales, y durante el primer cuarto de hora tuvo tieso al equipo local. Los leones estaban tan parados que encontraron pitos de la platea al cuarto de hora. Por cierto, la grada de animación desertó de inicio impedirle meter una pancarta.
Borja y Granell tutelaron un gran inicio, llegando muy fácil a tres cuartos, pero debía desconocer su equipo que el enemigo sólo estaba agazapado, buscando vías de escape de ese encapsulamiento. La llave para abrir la lata la tenía Muniain, que rompió el orden establecido por la tropa de Machín. Y a partir de ahí, a administrar los esfuerzos y el minutaje. Las paradas de los porteros crecieron hasta un 7-1 de Herrerín e Iraizoz. Estadística muy engañosa. Eso sí, el rojiblanco tuvo que bloquear a bocajarro un tiro de Aday en el 72' y Kayode se tiró una bola muy larga con pinta de gol y dio tiempo a su salida ágil. Como colofón, otro chispazo de Williams, que lanzó rasa cruzada y el rechace de Iraizoz lo cazó Sabin pero la envió al poste.