Baptistao, un galgo ganador
A diferencia de la temporada anterior, este Espanyol empieza vestido por los pies. Los futbolistas saben a qué jugar, reconocen las virtudes...
Un punto de oro. A priori, cualquier perico habría firmado sumar un punto en el estadio del Sevilla. Más aun recordando el 6-4 del curso pasado. Y lo es, pese a las circunstancias favorables que se encontraron los de Quique, como los nueve titulares que reservó Berizzo o la expulsión de Banega en los diez últimos minutos, cuando el Sevilla era un torbellino. Portagonista en la previa, por el interés que tuvo el club perico este verano, lo fue también en el campo. Demostró además que un jugador puede cambiar un equipo. Lástima.
#todosSomosBarcelona. Como no podía ser de otra manera, el atentando de Barcelona marcó los prolegómenos. El Sánchez Pizjuán se iluminó con los colores de la senyera, los capitanes portaron la bandera de Barcelona, todos los jugadores lucieron brazaletes negros mientras que la grada de Nervión aplaudió a los aficionados blanquiazules que acudieron al estadio. Homenajes recíprocos que se repitieron en los minutos Puerta y Jarque. El fútbol como fiesta de la vida, homenaje y también como denuncia social.
A lomos de Leo. Una de las mejores noticias del partido para el Espanyol fue el rendimiento de Leo Baptistao. A lomos del ítalo-brasileño, los pericos cabalgaron por el Pizjuán. Hay pocos jugadores en la Liga con la conducción del delantero de 25 años. Tuvo tres, metió una. Con mayor índice de acierto y sin lesiones, el Espanyol cuenta con un delantero de nivel Champions para afrontar la temporada. Pero a Baptistao se le vio también liderar. Un jugador para disfrutar.
Los calores. El sofoco de Sevilla, que obligó a parar el partido en dos ocasiones para hidratarse, se unió al calor del Pizjuán, que iluminó a su equipo y abrasó al Espanyol tras el minuto 65. Banega cambió el partido, Navas volvió loco a Aarón, mientras que los blanquiazules achicaron agua y fiaron su suerte a sus delanteros. La receta de la temporada pasada. El partido reencontró al mejor Pau, salvando los muebles con varias intervenciones a bocajarro, aunque el 1-0 fuese un gol tan raro (si lo fue) que carece de explicación.
Un Espanyol vestido. A diferencia de la campaña anterior, este Espanyol empieza la Liga vestido por los pies. Los futbolistas saben a qué jugar, reconocen las virtudes y los defectos, cómo este sábado cuando prefirieron cerrar con llave el 1-1 a descamisarse e ir a por el 1-2 aunque jugasen con uno más. A la espera del acoplamientos de los refuerzos y del cierre del mercado, los pericos empiezan el campeonato a toda mecha. Está por ver hasta dónde le alcanza. Dependerá también de este galgo ganador.