La llegada del Atlético cambia ya el barrio de Las Musas
El crecimiento es imparable en el barrio donde se alza ya casi terminado el Wanda Metropolitano. AS ha recorrido sus bares, inmobiliarias, calles.
Falta mes y medio para que el Atlético llegue al barrio, a Las Musas, pero ya hace tiempo que es imposible encontrar un cartel de “Se Alquila” en algún local. No hay. “Vuelan. Hay muy pocos y, los que salen...”. Pues eso, que vuelan. Lo dice Asunción, Inmobiliaria Las Rosas, calle Suecia, a 200 metros del Wanda Metropolitano. Es una paralela al campo pero pinta que, cuando llegue el fútbol, será el Paseo de los Melancólicos del barrio, lugar de previas.
El bar de Claudia, Tres Hermanas, carretera Canillejas con Vicálvaro, cerrado, no tiene cartel de “Se Alquila”, pero cada semana recibe dos o tres llamadas. “No sé cómo se enteran del teléfono... ¡preguntarán a los vecinos!”, cuenta. Su historia es un retrato hoy de Las Rosas. Imposibilidad de encontrar locales, “¡y plazas de garaje!”, pisos cuyo precio se han incrementado un 20%, vecinos en stanby. “Unos están deseando que llegue el Atleti y otros que temen que, con él, desaparezca la tranquilidad del barrio”, explica Asunción. “Esta zona estaba apagadilla, ahora ya se nota más vida y eso que el Atleti aún no está”. Lo dice Zuleyma, dueña del bar El Peñón, el primero del Atleti en la zona: estaba en La Ermita del Santo, pero en febrero hizo la maleta y se mudó allí. Su bar ya es lugar de peregrinaje en la zona. Santo y seña.
“Han venido directivos del Atleti, a conocernos, y nos han dicho que nos darán una plaquita”. Primer bar del Atleti en Las Rosas. El primero en una zona que más bien tiraba al blanco. “Sí, sí. Este barrio era más del Madrid...”, dice y usa bien el tiempo verbal. Era. El rojo va cogiendo sitio por todas partes, mientras los obreros trabajan en tres turnos, día y noche, para terminarlo todo en plazo, el estadio, los accesos. Mes y medio.
Las paredes del Churretón, justo en la glorieta de Arcentales, dan fe. Lleva abierto un mes, como otros cinco, seis, en la zona, pero los azulejos de sus paredes, sus manteles y servilletas y hasta las luces LED de las escaleras al salón de abajo (todo rojo y blanco, cómo no) son declaración de intenciones.
Lo dice su dueño, Alberto, antes ferroviario, ahora hostelero, siempre rojiblanco: “Este es un local que está hecho para ellos, exclusivamente para la gente del Atleti”. Por allí ya ha pasado Ovejero. La semana que viene Pantic tiene mesa reservada para comer. Y en el Metro Las Musas este bar tendrá hermano pequeño, Zapatones, mismo aire, esencia. Sus dueños, Óscar y Alberto lo contaban mientras tomaban ayer una caña en el Churretón. “Sí, será muy parecido”. Rojo y blanco. Tienen previsto abrir mediado agosto. “Esto es bueno para todos. Hay más competencia pero también tránsito, gente de unos sitios a otros”, lo dice Javier, bar El Zarzal, veinte años en el barrio.
“Nosotras también lo hemos notado: nos llaman mucho para reformar locales”, dicen Inma y Sofía, de Balduque&Palacios arquitectos. Y también “para cerrar comunidades, enrejarlas”, los que temen la pérdida de la tranquilidad que tenía el barrio. Enfrente, Luis, hace seis años y medio que regenta la Pulpería Airiños: no vino por el Atleti pero ahora sí nota “más gente, ganas, alegría”. Y mientras lo dice entra el bar un cliente, vecino, Álvaro, con un “¡Forza Atleti!” en la boca que confirma la metamorfosis del barrio al que el Atleti llega en septiembre, ya.
El primero del Atleti: 'El Peñón'
Zuleyma no puede evitarlo. Es decirle “Atleti” y le brillan los ojos, como si Atleti fuera el nombre de su marido, José Mari, o el de su hijo. Por eso no sorprende su historia: “Estábamos en el bar (El Peñón también, Ermita del Santo) y dijimos: ‘El Atleti se va, qué bajón”. Decidieron ir detrás. Cambiar de guardería, de casa, de bar. “Nos lo jugamos todo”, dijimos. Un año mirando locales, negociando, obras, desde febrero allí. La avanzadilla. “Nosotros creemos en el Atleti”, dice. No se le va la sonrisa.