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ATLÉTICO

Otro recital de autoexigencia de Filipe Luis

El brasileño fue de nuevo ejemplo de entrega e intensidad en el último madrugón del Atlético en Segovia.

Actualizado a
Otro recital de autoexigencia de Filipe Luis

Fue al primero al que le sobró la chaqueta. Veintitrés minutos llevaba el Atlético sobre el césped en el último madrugón en el stage en Segovia, penúltimo día, última triple sesión, cuando Filipe Luis se quedaba ya en manga corta. Y eso que, el amanecer es frío es San Rafael. Daba igual. El brasileño ya había entrado en calor.

Cuatro estaciones físicas llenaban el césped. Circuito físico. La voz del Profe. Moyá, ausencia (molestias, nada grave), Augusto y Gameiro que también. Los demás están todos y se dividen en grupos de cinco. Rampa, explosividad y saltos y definición. Eso llega después de un ejercicio de mover el balón como en un rondo, pero con movilidad, que va contando el Mono Burgos. Escucharle es también un espectáculo. Su voz motiva.

"Tac, tac, tac". Vuelve la del Profe, se inician los circuitos. Hay otro jugador del Atlético que ya suda, es Giménez. El uruguayo forma parte de los primeros cinco jugadores que deben hacer esta estación: salto para golpear un balón elevado, vallas y disparo. Simeone pide definición. El primer gran gol de la mañana sale de sus botas. Justo después hacen el ejercicio Thomas (g-o-l-a-z-o) y Gaitán (p-r-e-t-e-m-p-o-r-a-d-ó-n) y se escucha también el sonido del balón golpeando la red.

El último grupo es el de Filipe. Llega su recital de autoexigencia. Compite con Godín, con Carrasco, con Lucas, con Griezmann. Cuando terminen llegarán las colchonetas, el autobús, el hotel de nuevo. El brasileño es el penúltimo. Corre, toca balón, vallas, todo perfecto. El primer disparo lo erra, el segundo, red. Grita, se felicita. La siguiente vez falla el segundo y su grito de rabia hubiese podido llegar a Madrid. Griezmann y Carrasco le pican, él responde saltando más alto, corriendo más rápido pero todas las veces que lo intenta vuelve a toparse con los guantes de Oblak.

Es la foto de la autoexigencia. Por eso es el único puesto 'no doblado' en el equipo, por eso Simeone sólo le dejó estar un año lejos, en Londres, por eso lo pidió y pidió. Por eso, Filipe, siempre en su equipo. Ese Filipe que, por cierto, cuando se sube el autobús, entrenamiento finalizado, tras un rato de estirar y las firmas, sagradas (siempre, siempre lo hace, se para) sigue sin chaqueta.

La siguiente vez falla el segundo y su grito de rabia hubiese podido llegar a Madrid