Cristóbal Soria, el delegado que ganaba puntos desde la banda
El ahora popular contertulio televisivo tampoco dejaba a nadie indiferente en sus tiempos como delegado del Sevilla, estuvo once años en el cargo.
Once temporadas en el mismo club, en el mismo cargo, y con un balance de triunfos de dos UEFAS, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y otra de España (en el Bernabéu, precisemente), es un currículum que cualquier jugador, directivo o empleado de un club firmaría con los ojos cerrados, pero es el que adorna las vitrinas de Cristóbal Soria, sin ninguna duda, el delegado de campo más mediático que ha dado el fútbol español.
Sevillano y macareno, Cristóbal Soria entra a formar parte del Sevilla de la mano de Joaquín Caparrós, en el verano del año 2000. A ambos les unía una buena amistad por haber coincidido en el Recreativo de Huelva años atrás, y el técnico utrerano quería tener a Soria en su equipo de trabajo como delegado. Curiosamente, su predecesor en el puesto de delegado de campo fue un Monchi que ese verano del año 2000, con el equipo en Segunda y con los recursos mínimos, ejerció ya de director deportivo y logró el ascenso.
La banda del Sánchez Pizjuán era un espectáculo en aquellos tiempos, con Caparrós gesticulando y Cristóbal Soria pendiente absolutamente de todo lo que ocurría alrededor del césped y que pudiera afectar. Pero su trabajo iba mucho más allá que simplemente darle el cartelón de los cambios al cuarto árbitro o apuntar las amarillas para controlar a los apercibidos. Soria se convirtió en el confidente de la plantilla, en el hombre al que los jugadores acudían cuando tenían que solucionar cualquier problema en casa, comprarse un coche o ir a un aeropuerto. Soria ganaba puntos desde la banda para el Sevilla gestionando todo lo que ocurría durante los partidos.
La anécdota que define lo que era Soria en el Sevilla ocurrió en el Fin de Año de 2006. El Sevilla tenía firmado para enero a Kerzhakov y el ruso ya estaba en la ciudad, aunque sin su familia. Cristóbal Soria lo recogió y, nadie sabe en qué idioma, pero consiguió que Kerzhakov pasara la noche de fin de año con la familia de Soria y no en la soledad del hotel.
Claro que no todo fue positivo en el trabajo de Soria en el Sevilla. Se le acusó repetidas veces de ser el causante de que los recogepelotas de Nervión perdieran tiempo a la hora de devolver los balones, hubo algún incidente con el banquillo bético en más de un derbi y todo indica que la botella que impactó en Juande Ramos en el Villamarín en 2007 iba para él por estar celebrando un gol mirando a la grada. Soria nunca ha negado ni confirmado nada, simplemente se ha definido siempre como un hombre al servicio de su equipo.
Sin embargo, la imagen que se había formado sobre él fue la que provocó que en junio de 2011 el Sevilla, presidido por Del Nido, prescindiera de sus servicios. La gota que colmó el vaso fue una protesta en la que los Biris arrojaron pelotas de tenis al césped, puesto que el partido del Sevilla había visto retrasado su horario para poder dar en prime time las ruedas de prensa posteriores a un Clásico. Nunca se demostró que Soria tuviera que ver nada en esa protesta, pero la relación entre el delegado y alguno de los hombres de confianza del presidente estaba muy desgastada y ese fue el motivo real de su marcha.
El ex jugador sevillista Juan Martagón lo sustituyó y Soria comenzó su camino mediático en radio y televisión donde, quién se lo iba a decir a él, ha llegado a defender al Betis. Las cosas de Sevilla y de Soria, un delegado muy sevillano.
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