RAYO 2 -NÀSTIC 0
Manucho y Embarba dejan la permanencia a tiro
El Rayo de Míchel continúa invicto en Vallecas y suma ya 49 puntos. Por lo que acaricia la ansiada salvación. El Nàstic, por su parte, se complica y el futuro de Merino está en el aire.
EI Rayo toca ya con las yemas de los dedos la salvación, algo que empieza a ponerse muy cuesta arriba para el Nàstic. Desde que Míchel tomó las riendas, los franjirrojos no han hincado la rodilla ante su gente e hicieron que los grana naufragaran en plena tormenta Merino. Este sábado se reunirá el presidente, Josep María Andreu, con el técnico para decidir su futuro, aunque Merino confesó verse con fuerzas para continuar.
El Rayo se lanzó a por la pelota, pero se encasquillaba arriba. A cada arremetida local, florecían los jugadores del Nàstic, taponando cualquier ocasión y esperando el error ajeno. Así es como Delgado trató de pescar en un malentendido entre Dorado y Gazzaniga, pero la decisión del argentino cortó el peligro de raíz. Jean Luc olisqueó los nervios y mandó fuera otro balón, mientras se subían al partido.
Los franjirrojos firmaron su primer remate a puerta en el 32’, cuando Embarba enganchó un centro de Moreno y Reina detuvo ese tiro a bocajarro. Ahí, los de Míchel encadenaron una ráfaga de disparos, que terminó con uno de Beltrán rozando el palo. El mismo destino que llevó un cabezazo de Manucho.
Ambos saltaron con más decisión tras el descanso. Gazzaniga trepó hasta la escuadra para detener un testarazo de Barreiro y acto seguido llegó el gol del Rayo. Ebert botó un córner que Dorado prolongó y Comesaña dejó desde el suelo al león Manucho. Un rugido con propiedades terapéuticas. Les volvía a circular la sangre, los músculos ya no estaban agarrotados y las ideas iban fluyendo. Se sacudieron la tensión.
Diez minutos después, Embarba, con un certero derechazo, cambió el metabolismo del duelo (2-0). La grada empujaba en busca del tercero, mientras Gazza era un cerrojo para los grana, con más corazón que cabeza. Baena tuvo en sus botas la sentencia, aunque Vallecas dictó la suya en una temporada no apta para cardíacos.