Se debilitan las señales de vida del Sevilla, perdedor habitual en los últimos partidos y cuarto de la Liga en medio de una floja dinámica en la que acumula mala química. La desaparición de la animación del Gol Norte (hoy vuelve la pancarta “Biris norte”, atención Antiviolencia), la eliminación del Leicester,el adiós de Monchi y la sensación de debilidad agigantada ante Atlético y Barça ha creado cierto amargor en la afición. Es el sevillismo una afición con gran sentimiento de pertenencia y mucho espíritu crítico pero también con una nueva ola joven, incapaz de entender ciertas derrotas. Por eso no se consienten episodios como los del Calderón o el Camp Nou, lejos de ese competidor feroz que es el Sevilla.
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Además llega el Depor, que es como un hermano pero también un enemigo. Quién no recuerda la jugada maestra de Mel en Sevilla en 2012. Santa Cruz a la derecha y un Betis ganador con dos faltas de Beñat. Mel suele preparar estos partidos con intuición. Y su corazón sigue hirviendo en verdbilanco, así que olvidará los sucesivos tropiezos de las últimas semanas y lo sentirá como un derbi. Desde que ganó al Barça, el Depor ha entrado en barrena. Es la situación y es la tensión de la Liga, que invita a pensar que el Depor se relaje pero que tampoco le salva matemáticamente (sigue el partido en directo en AS.com).
Sampaoli va de tumbo en tumbo. Nadie duda de su audacia, pero ahora sí se discute su talento para atraer la atención del futbolista cuando llega el periodo en el que más se sufre. No estarán Vitolo y Nasri. Entrarán Sarabia y probablemente Vázquez. El Sevilla necesita cosas. Especialmente un electroshock y un nuevo corazón. El Depor, y Mel, una pasión.
