El ‘momento Luis Enrique’
El asturiano ha levantado al Barça con el cambio de sistema y el anuncio de su adiós le ha liberado. Todo parece fluir con naturalidad ahora en Can BarçaBarcelona-Atlético en directo
El 20 de febrero, con el Barça en ruinas después de la dramática noche de París y una victoria tristísima ante el Leganés, Piqué habló en un acto público. Trató de tranquilizar a la afición y dejó una frase que pareció cara a la galería. “Luis Enrique está metido en el despacho dándole vueltas…”. Sonó a salir del paso en un momento en el que el Barça parecía haber tirado la temporada y el asturiano, estar cerrando un ciclo brillante con un cierto poso de tristeza.
Pero Luis Enrique seguía metido en el despacho. Estaba resucitando un muerto. El 3-4-3 puesto en marcha en el Calderón fue mucho más que un cambio de sistema. Los jugadores vieron la luz en un momento en el que el 4-3-3 parecía agotado como proyecto táctico y el equipo, bloqueado.
Ha vuelto el Barça, que exceptuando el paréntesis de A Coruña, ha ganado todo lo que ha jugado y se mantiene agarrado a las tres competiciones. Lo mejor no es eso, sino que su fútbol ha recuperado alegría y frescura. Vuelve a ser un equipo temible en las combinaciones y letal en las transiciones, con jugadores recuperando su mejor momento de forma a velocidad de vértigo. Busquets y Rakitic han recuperado piernas y gasolina, Umtiti, Mascherano y Piqué intimidan atrás, Iniesta volvió a tener esos diez o doce metros mágicos y eléctricos que han sido siempre a lo largo de su carrera la garantía para saber que está fino. Neymar parece incontenible desde la noche del PSG y los números de Messi y Neymar resultan escandalosos. Si se lesiona Rafinha, Luis Enrique encuentra soluciones: Alcácer en Granada, Sergi Roberto cuando nadie lo esperaba este miércoles. El 3-4-3 funciona. En los partidos en los que fue utilizado antes del Sevilla, la media de disparos era superior a 20 y la media goleadora, cuatro. Ante el Sevilla bajaron los números, pero sólo mínimamente: 18 disparos y tres goles. El equipo ha soltado lastre y también se ha preparado para cambiar de sistema. Robóticamente, es capaz de empezar con un 4-3-3 en Granada o pasar de 3-4-3 ante el Sevilla a 4-3-3 si intuye que puede haber problemas.
Y finalmente, Luis Enrique. El sorprendente anuncio de su marcha en la sala de prensa después del partido del Sporting ha liberado el equipo. También a él. “Como saben que me voy, vuelan”, bromeaba ayer después del partido. Sus últimas comparecencias añaden una pincelada de humor necesaria para relajar el ambiente en plena pelea por los títulos. Tan pronto habla de Unzué y su bicicleta como de la playa de San Lorenzo o La Escalerona. Jamás, ni cuando ganó títulos, se le vio un perfil amable. Ayudan los resultados, claro. “Me lo paso pipa. Cuando ganamos, claro. Cuando perdemos sé que viene el Holocausto Caníbal. Especialmente a mí”.
Como bien dijo Iniesta ayer, “podemos tener todo, pero también nos podemos quedar sin nada”. El oportunismo llegará con el desenlace final de la temporada, ya se conoce que eso funciona por detalles, pero lo que nadie puede discutir es que Luis Enrique ha levantado un muerto. Es su momento.
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