Pierluigi Collina, el icono más famoso del mundo del silbato
Es el árbitro más famoso y más premiado del mundo. Además, su peculiar imagen le ha convertido en el preferido de las marcas. ‘Rara avis’ del gremio.
Sólo hay una cabeza pelada más reconocible que la suya, la de Kojak. Mote con el que al principio llamaban a Pierluigi Collina, que es algo más que un árbitro. Su fama ha trascendido de los terrenos de juego y su apariencia física seguro ha tenido mucho que ver. Su calvicie (tuvo una enfermedad hormonal de joven) y su penetrante mirada le han convertido en un filón publicitario. Pero antes de que le llegara la fama, Collina tuvo un brillante papel como colegiado.
Nació en Bolonia (13 de febrero de 1960), se graduó en Economía en la Universidad local y jugó como defensa en un equipo de su ciudad, aunque su verdadera pasión es el baloncesto y el Fortitudo Bolonia. En 1977 hizo un curso de arbitraje y en tres años ya estaba arbitrando partidos regionales.
En 1988 dirigía partidos de la tercera división italiana y tres temporadas después ascendió de categoría, de manera que ya podía arbitrar partidos de la Serie B y de la Serie A. Sus condiciones físicas, su talante dialogante (habla cuatro idiomas, inglés, francés, español e italiano y se conoce el nombre de pila de todos los futbolistas a los que dirige) y su firmeza le abrieron pronto las puertas de la internacionalidad. Estuvo en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y en los Mundiales de Francia 1998 y Corea y Japón 2002.
En Corea y Japón se consagró definitivamente en el partido entre Inglaterra y Argentina (1-0) y, sobre todo, en la final Brasil-Alemania (2-0). Una final en la que sólo mostró dos tarjetas amarillas, a Roque Júnior en el minuto 6 y a Miroslav Klose en el 9. Después pidió a los equipos que se pusiesen a jugar y los futbolistas lo entendieron. No hubo más amonestaciones, no tuvo que cortarse el partido por faltas y no hubo una sola reclamación de un jugador. Al final del partido los propios futbolistas le felicitaron y Ronaldo y Hamann le regalaron sus camisetas. Blatter, el entonces presidente de la FIFA, le devolvió el balón de la final y le dijo: “Este balón es tuyo y sólo tuyo”. Después le invitaron a subir a la ceremonia de las medallas y le colocaron una. Cuando las pantallas del estadio mostraron su famosa cabeza y su medalla al cuello, el público le ovacionó.
Otro momento histórico en el que participó el italiano fue la final de la Champions entre el Bayern y el Manchester en 1999, en el Camp Nou. Los alemanes iban ganando y en el tiempo de prolongación perdieron el título en dos minutos, con los goles de Sheringham y Solskjaer, ambos sacados desde el córner por un jovencísimo David Beckham. Collina tuvo que consolar a los jugadores del Bayern, que lloraban sobre el césped azulgrana.
Collina ha sido designado por la Federación Internacional de Historia y Estadísticas (IFFHS) como el mejor árbitro de todos los tiempos y durante cinco temporadas consecutivas, el mejor del mundo. Los futbolistas italianos le votaron durante tres años como el mejor colegiado de su liga. El árbitro italiano también ha confesado sus preferencias, entre ellas estaban tres madridistas: Redondo, Ronaldo y Raúl. El argentino, por su taconazo en Old Trafford; el brasileño, por su hat-trick en el estadio del Manchester United; y el español, por sus valores dentro del campo. También recuerda un gol por encima de todos, el que marcó Ronaldinho al Chelsea en la Champions 2004-05. Llegó a decir que hubiera pitado el final en ese momento para pedir un autógrafo al brasileño. Una de sus frustraciones fue no haber pitado nunca un partido en Argentina. “Vi algunos partidos de Boca en La Bombonera y el ambiente era muy intenso. Ahí es donde me hubiera gustado pitar”, dijo en alguna ocasión.
Seguramente sea el árbitro más famoso del mundo. El más famoso y el más respetado. Su calva brillante y su mirada son reconocidas en cualquier rincón del planeta y es uno de los preferidos de las marcas publicitarias. Antes del Mundial 2002, Collina protagonizó una campaña de publicidad para Adidas junto a futbolistas consagrados como Zidane, Barthez, Beckham, Aimar, Del Piero, Ballack y Raúl. Precisamente, esa campaña levantó suspicacias en Can Barça. En semifinales de la Champions 2002 se enfrentaban Madrid y Barcelona, los madridistas ganaron 0-2 en el Camp Nou y el árbitro designado para la vuelta en el Bernabéu fue Collina. “Es un gran árbitro, aunque hemos visto imágenes en los que compartía momentos de euforia y entusiasmo con jugadores del Madrid, porque comparten la misma marca deportiva”, comentó entonces el vicepresidente azulgrana Ángel Fernández. Finalmente el partido acabó 1-1 y el Real Madrid pasó a la final, que ganó al Bayer Leverkusen (1-2).
Ha sido imagen de una bebida deportiva, de un coche, de un reloj, de takoyaki (albóndigas japonesas) y ha sido portada del juego de Play Station Pro Evolution 3. Su popularidad ha alcanzado tales cotas que la diseñadora italiana Laura Biagiotti le invitó a desfilar en uno de sus pases por la escalinata de la Plaza de España. Fue la campaña con la marca Opel, que patrocinaba la camiseta del Milán, y que le pagó un millón de euros, la que puso fin a su carrera deportiva. La Federación italiana, para curarse en salud, le prohibió pitar en la Serie A, y Collina dijo que lo dejaba. “El problema es si se cree o no en los árbitros. Si no creemos en ellos, nos tenemos que preguntar el porqué”, dijo a modo de despedida. Opel le eligió porque asociaba su imagen al control. El anuncio se rodó en Roma, en el Coliseo y en un estadio de fútbol, y Collina no actuaba, sólo miraba: “Sono sicuro” (“Estoy seguro”).
Del silbato, Collina ha pasado al micrófono, pues se encarga de dar conferencias por medio mundo. Charlas técnicas que compatibiliza con la Asociación de Árbitros de Fútbol Italianos y el Comité de Árbitros de la UEFA.