El Villarreal se ceba en El Sadar al ritmo de Santos Borré
Doblete del colombiano. Soriano marcó en el primer minuto y Soldado, de penalti, ponía al Submarino en ventaja en el 26'. El gol de Roberto Torres, un espejismo de Osasuna.
Si la Liga arde por la cima, en la cola hay algo tan masticado que ya aburre: Osasuna es carne de cañón. Su paso por la élite es efímera. Tres entrenadores después, entre ellos un director deportivo reciclado, El Sadar ya lo tiene claro: no hay nada que hacer. El Villarreal venía con lo puesto por las bajas y aún sobrecogido por el lío con el Madrid, pero fue un ciclón. Le ofrecieron tantas facilidades que era complicado no coger los tres puntos. Su forma de manejar los espacios y encontrar la espalda a la defensa es un lujo para la vista. Cinco tipos apelotonó atrás Vasiljevic, como si por meter a más gente defendieras mejor, pero la zaga sigue siendo una barraca. Poco después del pitido inicial, un pase a lo Laudrup puso los cimientos del primer gol.
No hubo trama en Pamplona, donde solo compareció el Villarreal. Al de un minuto y medio, el equipo castellonense ya encontró el premio. El primer pase largo a la espalda de los torpes centrales locales ya abrió la lata: Bakambu le ganó la acción a Oier, que parecía un juvenil, y disparó un baloncito que se coló lastimosamente por debajo de las piernas a Sirigu. Roberto Soriano fue el más listo y rápido para recoger el rechace del poste parea marcar ante la pasividad de la zaga navarra.
El Submarino arrugó de tal manera al colista que sacó una pitada soberana. El centro del campo de Osasuna es flácido y nadie da un golpe en la mesa. Los amarillos volvieron a dejar en canicas la defensa navarra en el minuto 26, cuando otro pase al hueco obligó a Berenguer a agarrar a Soriano cuando se había internado en el área. Soldado convirtió el penalti tras un sainete: fue a tirarlo mientras el árbitro mandaba a la tropa local no meterse en el área y lo falló. Amarilla. En la repetición metió un golazo y no lo celebró, por respeto a su exafición. Cada gol castellonense tenía un protocolo: coger una camiseta con ánimos a Asenjo. Le dedicaron una gran goleada.
El equipo de Escribá, sancionado, perdonó la vida al pobre colista. Roberto Torres marcó de penalti. Un error infantil de Musacchio a Sergio León, que luego fue perdiendo la paciencia y fue una postal de la impotencia, facilitó un penalti. Fue un espejismo. Es más, hasta perjudicó a los rojillos, que se echaron más arriba y dejaron unos huecos que parecían parcelas para la entrada de los amarillos. Santos Borré fue un escándalo. ¡Qué jugador! Volvió locos a todos. El equipo de Vasiljevic pudo empatar en un remate de cabeza de Riera, al que casi no se vio, pero el Villarreal movió otro poco el arbolito y cayeron dos más.
Sigue el partido de la jornada 26 de Liga Santander entre Las Palmas-Osasuna.