El Girona sigue intratable en casa, donde gana hasta cuando no lo merece. Ayer sacó máximo partido de, casi, la única ocasión clara que tuvo; un cabezazo de Juanpe a la salida de un córner cuando el partido ya agonizaba. Pero en el cómputo global, los méritos visitantes fueron mayores.La diferencia, una vez más, fue la efectividad en las áreas. Y en eso, el Girona es maestro.
El Mallorca dominó la primera parte de cabo a rabo. Se adueñó del centro del campo, asfixió la salida de balón del Girona y si no se fue al descanso por delante fue por falta de puntería. En el arranque de la segunda parte el escenario no varió y Pol Roigé (55’) desaprovechó otro balón suelto tras un córner. Pero, poco a poco, el Girona logró meter una marcha más, mejoró su posicionamiento en el centro del campo, fue ganando metros y acabó sentenciando el partido con un cabezazo de Juanpe.