De la "sensación de tragedia" a la gran ilusión en justo una vuelta
Quique reconstruyó al Espanyol antes de visitar a la Real Sociedad. Llegaron Diego López, Diego Reyes, David López debutó como central... Y dieron un paso atrás: de recibir cuatro goles por partido a uno.
Si hubiera que situar el nacimiento del Espanyol de Quique Sánchez Flores en una fecha, lo riguroso sería dar el día de su presentación, o el inicio de la pretemporada. Pero casi sería más atinado colocarlo hace justo una vuelta, después de haber disputado las dos primeras jornadas de Liga, en Sevilla (6-4) y contra el Málaga (2-2), y antes de visitar a la Real Sociedad en Anoeta (1-1). Ahí empezó todo.
Tras un verano prácticamente inmaculado, que cerraron invictos (habiéndose medido incluso a la Juventus, 2-2 en Módena), se las prometía felices el cuerpo técnico, convencido de haber desterrado la fragilidad defensiva del pasado curso, en que se recibieron 74 goles. Sin embargo, el loco debut en el Sánchez Pizjuán y la segunda parte de la visita del Málaga a Cornellà, en que se desperdició un 2-0, devolvieron al equipo a su cruda realidad. “Vivimos en una sensación de tragedia”, llegó a afirmar Quique tras aquel partido, consciente de que al equipo le faltaba “entrenar la mente”. Es decir, ganar autoestima. Y algo más.
Las soluciones llegarían en los entrenamientos. Y en el mercado. El mismo día del 2-2 ante el Málaga, el Espanyol hacía oficial la contratación de David López. Y, sobre la bocina del cierre, las llegadas de Diego López, Diego Reyes y Álvaro Vázquez. Sin tiempo que perder, dos de estos cuatro fichajes serían titulares ya en Anoeta.
Roberto Jiménez, una de las sensaciones del verano, fue el gran damnificado por aquel inicio volcánico. Un par de indecisiones, sobre todo en uno de los goles del Málaga, le costaron la titularidad en detrimento del recién aterrizado Diego López. Buscaban los técnicos un portero que blocara más balones y que transmitiera a la zaga esa confianza que tanto se añoraba. En cuanto a David López, que llegaba como el mediocentro que siempre fue, se estrenó ante la Real Sociedad en el eje de la zaga de forma accidental: venían de semana de selecciones, el partido en Donostia caía en viernes, y tanto Diego Reyes como Martín Demichelis no volvían en condiciones de jugar; además, se había cerrado la venta de Álvaro González. Quién sabe si, precisamente ante la Real, volverá David al pivote. También fortuita fue la ubicación de Víctor Sánchez en el lateral derecho, por la lesión en pleno partido de Javi López.
Y así fue como, hace una vuelta, se sentaron las bases del Espanyol de Quique, para ir en constante progresión (camino que aún siguen trazando) hasta tener esa fe ciega en sí mismos que muestran actualmente.
En Anoeta, renunció el conjunto perico a la alegría atacante de las dos primeras jornadas (seis goles anotados) para protegerse de la sangría. Y así, pasaron de recibir un promedio de cuatro tantos por partido (seis del Sevilla, dos del Málaga) a sólo uno, que se mantiene una vuelta después (19 goles recibidos en 19 jornadas). Y a rentabilizar las ocasiones, pocas por el desgaste defensivo de los propios atacantes, pero de calidad: ante la Real Sociedad, convirtieron en gol el único remate a portería, algo que volvió a suceder el pasado sábado en La Rosaleda y, en ambos casos, con idéntico protagonista: el ahora lesionado Pablo Piatti.
Ha ido encontrando el Espanyol su equilibrio y por ello ha ido buscando más protagonismo. El 4-2-3-1 de las últimas jornadas con José Manuel Jurado y José Antonio Reyes es la última actualización de lo que se construyó hace una vuelta.