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SEVILLA-REAL MADRID

La directiva del Sevilla, en una encrucijada con Sergio Ramos

Tras haber intentado las dos partes normalizar posturas, lo vivido en el partido de Copa en el Pizjuán, este jueves, vuelve a desgastar la relación.

La directiva del Sevilla, en una encrucijada con Sergio Ramos
Toni RodriguezDIARIO AS

El penalti a lo Panenka de Sergio Ramos y su posterior celebración puede haber enterrado definitivamente la posibilidad de que el camero sea recibido en la que fue su casa sin insultos. En esta encrucijada se encuentra la directiva del Sevilla, que lleva años poniendo de su parte para que a Ramos no se le recibiera hostilmente en Nervión. De hecho, antes de un amistoso de la Selección española en el Sánchez Pizjuán, Sergio Ramos fue homenajeado por el Sevilla, recibiendo un recuerdo de manos del presidente José Castro y del vicepresidente Del Nido Carrasco.

Ramos, por su parte, nunca ha perdido la oportunidad de acordarse del Sevilla y, sobre todo, de su amigo Antonio Puerta. El grado de hostilidad con él ha ido disminuyendo con los años, llegándose al punto de que sólo desde el sector de los ultras se le proferían insultos. El resto del estadio había virado hacia la indiferencia y la herida de su salida en verano de 2005 parecía cicatrizada.

Sin embargo, lo de la noche del jueves lo rompió todo. Para empezar, los Biris decidieron no animar durante el encuentro por no poder introducir en el estadio sus banderas, pancartas y megáfonos. Por ello, no hubo cánticos organizados durante la mayor parte del encuentro. Y, en consecuencia, los insultos a Sergio Ramos fueron menores que en anteriores ocasiones. Cuando salió su nombre en el videomarcador mientras se ofrecían las alineaciones fue el momento álgido hasta el penalti, puesto que el encuentro tampoco dio pie a que el aficionado se centrara en otra cosa que no fuera el juego. Hubo cánticos durante el partido, pero seguidos minoritariamente.

Pero la decisión de Ramos de tirar el penalti, la ejecución del mismo y la posterior celebración, por mucho que sólo estuviera dedicada a los ultras, encendió a una afición que lo tomó como una afrenta hacia ella. Y en medio de todo, el club, que ve como sus intentos de normalizar la situación han caído en saco roto, que quiere que a Sergio Ramos se le reciba con honores pero que no quiere ponerse a su parroquia en contra. Por desgracia, todo indica que el domingo a Ramos le espera un ambiente hostil igual o mayor que la primera vez que pisó el Sánchez Pizjuán con la camiseta del Real Madrid.