Y Óscar Fernández hace volar al B: acaba líder la primera vuelta
Óscar cuando habla contagia emoción, transmite, llega. Lo atestigua un filial lleno de jóvenes que sólo ha perdido un partido en el Cerro.
Oscar Fernández (Valencia, 1974) colgaba el domingo una foto en su Instagram: en ella, diez hombres en un banquillo y un texto: “En el camino somos muchos, ¡dale Atleti!”. Así celebraba el entrenador del filial que el Atleti B había remontado al Alcobendas Levitt y era campeón de invierno del Grupo 7 de la Tercera de Madrid. No extraña: su boca no conoce los verbos conjugados en primera persona del singular, los yoes. Todo siempre es el grupo.
Cinco días después le quita importancia. “¿Campeones de invierno? Aún no es nada, queda un mundo”, dice, sereno, antes de señalar el verdadero objetivo, “el próximo partido ante el Alcobendas Sport”, en una respuesta muy Cholo. Admira su trabajo (legado de su hermano), su discurso es similar, el resultado también: Óscar cuando habla contagia emoción, transmite, llega. Lo atestigua un filial lleno de jóvenes que sólo ha perdido un partido en el Cerro (12 victorias, un empate y 6 derrotas). O lo que hizo el año pasado: en mayo ganar la Liga juvenil 64 años después, en junio, la Copa del Rey al Madrid.
“Pero eso pasó. Sólo cuenta lo que hay por delante. Soy un afortunado por hacer lo que me gusta”, exclama. Afortunado por dedicarse al futbol, el Atleti, por formar chavales. Lo lleva dentro: durante años combinó el fútbol con ser profesor de Educación Física. Lo último lo dejó en 2007. Lo primero le llevó al juvenil del Valencia, su filial (y a dirigir su primer equipo en la crisis de Quique, dos partidos), a Grecia y a la Academia Aspire antes de traerle al Atleti hace dos veranos.
Esta temporada cinco de sus chicos (Rober, Moreno, Caio, Olabe y Keidi) ya debutaron con el Cholo. “Y eso sí que me hace feliz”. Y lo dice sincero, sin filtros, siempre de frente, así se dirige siempre a sus jugadores, así les habló el domingo, en la charla del descanso. “Ser un equipo es el éxito, les dije”, revela. Sus chicos entonces perdían 1-0: terminaron el partido 1-2 y agarrados de la mano en el centro, campeones de invierno, mientras su entrenador colgaba en Instagram una foto de todo el cuerpo técnico en el banquillo.