La historia de Mariano García Remón en el Real Madrid
García Remón, un Gato blanco: “Me llamaron con veinte años, me subieron a un tren y al día siguiente debuté con el Real Madrid en Badajoz".
Sobre la hierba del Santiago Bernabéu, Mariano García Remón fue presentado como guardameta del equipo blanco en julio de 1971. Por entonces era un chaval a punto de cumplir veintiún años, al que la fortuna y su buen trabajo le habían subido al tren de regreso al club blanco, después de una cesión en el Real Oviedo.
AS Color estuvo allí aquel día de julio de hace casi cincuenta años, en la puesta de largo de un portero que venía a pelear el puesto con nada menos que cuatro candidatos: José Luis Borja, Junquera, Miguel Ángel y Corrales, éste también recién embarcado en el Real Madrid. Corrían vientos de cambios deportivos en la entidad después de perder la final de la Recopa ante el Chelsea. Hicieron falta dos partidos en Atenas, el primero acabó con 1-1 (gol de Zoco); y el de repetición, dos días después, acabó con derrota por 2-1 (gol de Fleitas).
Por entonces el veterano guardameta Betancort hacía las maletas, superado por Borja en la competencia por la portería, dentro de la remodelación del vestuario ordenada por Santiago Bernabéu. También Gento dijo adiós, lo que significaba un gran cambio de paisaje en el club.
García Remón nos acompañó para refrescar aquel reportaje que le dedicó AS Color y las circunstancias que rodearon su regreso al Real Madrid. Su trayecto de vuelta fue peculiar: ingresó como cadete de 15 años en 1966, procedente del Rayo. Había estudiado en el colegio La Sagrada Familia, donde curiosamente sus primeros pinitos los había hecho como portero de balonmano. En el Madrid no enganchó y le cedieron al Talavera. De ahí, al Real Oviedo: “Apenas recuerdo cómo fue mi presentación en el Bernabéu. Sería como todas las de aquellos tiempos, no venían ni los padres del jugador (ríe abiertamente). Igual que ahora, ¿verdad?”.
Reflexiona, mira la foto de AS Color y continúa: “Yo estaba en el Real Oviedo y nos salvamos de bajar a Tercera en el último partido, en Palencia. Al acabar la temporada oficial, me llamaron del Real Madrid para incorporarme urgentemente. Sin entrenarme un solo día con ellos, me citaron en la estación de Atocha, me subieron a un tren para viajar toda la noche y me vistieron de portero para debutar en un torneo en Badajoz”. García Remón resalta la diferencia estructural del fútbol en aquellos tiempos: “El entrenador era Miguel Muñoz y apenas me dirigía la palabra. No te decía nada. Viajamos a jugar aquel partido Corrales, un chico que llegaba del Racing junto a Santillana y Aguilar, y yo como porteros. Me enteré en la caseta que yo iba a ser titular. Paré dos penaltis, frente al Granada y el Estrella Roja de Belgrado. No me pudo ir mejor, la verdad”.
Fue el principio de un sueño cumplido para un veinteañero recién casado ese verano, y con domicilio en la capital: “Imagínese el interés tan grande que yo tenía por quedarme en el Madrid. Pero nadie me informaba de nada. Me ilusionaba con las noticias que leía por la Prensa. Decían que algunos clubes pretendían mi cesión y que el Madrid se negaba a cederme. Todo indicaba que Muñoz contaba conmigo. Entonces me enviaron una carta del club citándome el día de la presentación del equipo, lo cual me pareció una buena señal”.
García Remón se marchó de vacaciones en el verano de 1971 a Samil, cerca de Vigo. Contaba los días para volver a los entrenamientos con el Madrid. “El día que llegué a la antigua Ciudad Deportiva me llamó Calderón, el gerente, y me presentó un contrato por tres temporadas con lo que iba a cobrar. Allí no había negociación posible. Te decían el dinero que ibas a ganar y aceptabas o te ibas cedido. Firmé y me presentaron oficialmente como nuevo portero para la temporada. Sentí una inmensa felicidad”.
Fue entonces cuando se realizó el reportaje para AS Color. Unos días después, García Remón tomó otro tren, camino de Huelva: “Fuimos a disputar el Colombino. Yo tampoco estaba seguro de que iba a jugar porque en el vestuario éramos ¡cinco! porteros profesionales. Sin embargo, Muñoz me alineó en Huelva y se me dio muy bien: ¡paré cinco penaltis! Ahí pensé que definitivamente podría ser el titular aquella temporada que estaba a punto de comenzar”.
García Remón fue efectivamente titular en el primer partido oficial de la temporada 71-72. Nos confiesa que, a pesar de no disfrutar de una gran memoria futbolística, hay dos alineaciones que, siendo él portero, nunca olvida: la de su primer Madrid y la de su ‘último’ Real Oviedo. “Las voy a decir según se colocaban en la época. La del Madrid: Touriño, Benito y Verdugo; Pirri y Zoco; Amancio, Grosso, Santillana, Velázquez y Aguilar”. Se toma diez segundos y sigue: “La del Oviedo: Rodríguez, Tensi (un pedazo de defensa que murió el año pasado), Juan Manuel; Sistiaga, Iriarte; Javier, Galán, Gallastegui, Gento (hermano del Gento del Madrid) y Uría”.
La temporada del remozado Madrid fue sobre ruedas. García Remón respondió a la confianza que le dio Muñoz y se ganó el respaldo de un vestuario en el que convenía moverse con precaución. Eran otros tiempos: “Allí los nuevos no abríamos la boca. Los jefes eran Amancio y Zoco, que nos trataban con una cierta distancia. Lo que ellos decían, se hacía. Estamos hablando de futbolistas que llevaban diez años en el equipo. Gente que se hacía respetar. Ahora llaman veterano a un jugador cuando lleva dos años en el Madrid y se le hace capitán… cómo ha cambiado todo”. García Remón recuerda las directrices de conducta: “El presidente Bernabéu era como un padre para todos. Conmigo hablaba bastante. Me aconsejó que nunca tuviera un coche mejor que el del jefe. Me dijo que siempre escuchara a los veteranos del vestuario y tuviera un escrupuloso respeto al escalafón de la plantilla. Y así lo hice siempre. Yo nunca me sentí figura del Real Madrid”.
Sobre el respeto al veterano, García Remón nos cuenta una anécdota: “Recuerdo que las botas de fútbol eran tan duras que se las dábamos a los juveniles para que las domaran durante dos o tres semanas en los entrenamientos. Cuando ya las habían ablandado lo suficiente, nos las poníamos los profesionales”.
El Madrid ganó la Liga 1971-72 con García Remón en la portería. Comenzaba una carrera que duró quince años en el club blanco, cargados generalmente de éxitos: seis veces campeón de Liga, cuatro de Copa de España y dos títulos de la UEFA. Pero el cénit de su popularidad sigue marcado a fuego en su memoria: “Naturalmente fue en el inolvidable partido de Odessa, el 7 de marzo de 1973, en los cuartos de final de la Copa de Europa, frente al Dinamo de Kiev. Es mi mejor recuerdo en el Madrid. El día que el periodista Julio César Iglesias me apodó ‘El Gato de Odessa’. Empatamos a cero con los rusos de la antigua Unión Soviética. Aquel día no había forma humana de marcarme un gol. Todos los balones venían a mí como si fuera un imán. Sufrimos un acoso terrible. El equipo se defendió como pudo. No jugamos en Kiev, porque la nieve cubría el estadio, y nos llevaron a Odessa. Vestíamos de rojo. Aquello fue una hazaña”.
‘El Gato’ tenía 23 años y se quedó con el sobrenombre para siempre. Cuarenta años después, sus compañeros veteranos aún le llaman por el apodo. Así ocurrió cuando Zoco se brindó a rememorar con AS aquella foto de Odessa: “¡Qué pasa Gato! ¿Cómo te va la vida?”, le lanzó de primeras, antes de recordar aquella ‘batalla’.
García Remón encontró su espacio vital en la portería del Madrid y se consolidó bajo el mando de numerosos entrenadores: además de Muñoz, Molowny, Miljanic, Boskov, Di Stéfano y Amancio… Las lesiones fueron un mal enemigo, más allá de la dura competencia que mantuvo con ilustres guardametas, como Miguel Ángel, con los que compartió vestuario hasta que dejó el Madrid y el fútbol en 1986, con 35 años.
“El fútbol ha sido mi vida y sólo puedo estar agradecido a este deporte y al Real Madrid. Desde que entré de juvenil en el club hasta mi despedida, fueron veinte años maravillosos vinculado a una entidad que me formó como profesional y como persona. Es curioso que he trabajado en el Madrid con todos los presidentes. Como futbolista estuve con Bernabéu, Luis de Carlos y Ramón Mendoza. Como entrenador, con Lorenzo Sanz, Florentino Pérez y también conocí a Ramón Calderón siendo él vicepresidente del Madrid”.