Ramos: el milagro es rutina
El central obró la remontada en el minuto 92 de cabeza, en otro de sus remates en un córner, tras un partido que parecía perdido. Morata adelantó al Madrid y Joselu le había dado la vuelta.
No encontrarán en la historia un equipo más resistente a la derrota que el Real Madrid ni futbolista mejor dotado para vivir al filo de lo imposible que Ramos, Cesarini incluido. Con él, en otro descuento, pasó el Madrid del estado crítico al estado del bienestar. Ramos, que incluye el milagro en su manual de entrenamiento, fue el ángel de la guarda de un Zidane que midió mal al Depor. Y su gol, los fuegos artificiales que ocultaron un partido fuera de sus cabales, de los que a menudo, por un suspiro, sonríen al campeón.
La pelea se resolvió a la heroica, que figura en el genoma del Madrid. Para entonces ya habían sido movilizados Lucas Vázquez y Mariano para arrimar el hombro, este en sentido literal. Su remate sin ortodoxia supuso el empate para un equipo con el agua al cuello y fue la lanzadera para Ramos. Su gol volvió a ser el remedio. El exceso de confianza, la enfermedad.
El memorándum de la tarde recogerá, con detalle, que está contraindicado jugar el partido que viene antes que el que corresponde en el calendario, que en la Liga son legión los equipos que honran al fútbol y que Isco es primero en la cadena de mando cuando se ausenta la BBC. Tales conclusiones explican bien el Madrid-Deportivo, partido de doble sentido, con alineación exageradamente copera en el equipo de Zidane y magnífica puesta en escena del de Garitano.
Errores repetidos
Partidos como este se repiten con frecuencia en el Bernabéu, aunque pocas veces afectan a la cuenta de resultados. El Madrid esperó que el choque se cocinara solo, opción remota a falta de solistas, o que el Depor lo entregase a lo bonzo. No sucedió ni lo uno ni lo otro. El equipo gallego, bien armado, con Borges como rematador de segunda instancia y Babel en un nivel superior, le quitó la respiración al Madrid de salida y fue haciéndose el atrevido con el paso del tiempo.
Zidane, que se ha ganado el derecho a darle descanso a Cristiano sin necesidad de convocar al Consejo de Seguridad de la ONU, tardó en advertirlo. Al descanso Borges se marchó con el sinsabor de un remate que le sacó Keylor en estirada prodigiosa y de un remate al palo. El Madrid fue lo que dio de sí Isco, aunque también tuvo opciones. Aquel juego agrumado redujo a Morata a adorno navideño.
Su gol, a vuelta de vestuarios, resumió bien la situación. Recibió un pase sin sustancia de Isco y salió del agujero sin ayuda: un remate a la media vuelta desde fuera del área. Tienen bonificación los rematadores capaces de sobrevivir sin abastecimiento. Como Joselu, que firmó el doblete de la remontada cuando llevaba ocho minutos en el campo, el primero tras gravísimo error de Casemiro, que se disparó en un pie. Una respuesta estupenda a la apuesta valiente de Garitano de meter un segundo punta. Un buen plan que no resistió el efecto Ramos. Así ganó el Madrid. Así le gusta ganar al Madrid.