La fe en el Valladolid se empieza a resquebrajar
El punto de nueve abre más heridas que las cinco derrotas seguidas. El Valladolid se sitúa decimocuarto en la tabla de la Liga 1,2,3 con 19 puntos.
En los últimos minutos del partido del sábado, ante el Almería, se empezaron a escuchar pitos, silbidos, hacía el equipo. Eran los primeros de la presente temporada. Ni siquiera en la racha de cinco partidos consecutivos perdidos la afición protestó. Entonces el equipo tenía un estilo, lo defendía y sólo la mala suerte y fallos puntuales le llevaron a esa racha. En la derrota, el público se sentía orgulloso de su equipo y tenía la clara esperanza de que el panorama podía mejorar.
Ahora, el hincha blanquivioleta, 7.495 el sábado, ha caído en una pequeña depresión. No es el hecho de no ganar. Más bien es que se le prometió hace unas semanas que, al menos, se iba a divertir, el equipo iba a merecer vencer con ocasiones venidas de una continuidad en el juego, de un dominio, y en los últimos tres partidos eso no ha sucedido. Las dos derrotas, en Elche y Soria, molestaron al respetable, el empate ante el Almería, curiosamente, le enfadó. Nadie pone en duda la actitud del equipo, pero, de nuevo, los abonados blanquivioletas volvieron a ver a un equipo perdido, sin un patrón identificativo que le habían prometido hace unas semanas, sin el control del balón, con el que equipo y afición se sentían cómodos. Recordó demasiado a lo del año pasado.Jugar con tres delanteros no te asegura que vayas a meter más goles. De hecho, el equipo tuvo tres claras ocasiones, pero no llevó el peso del partido, se vio dominado demasiados minutos y terminó dando por bueno el empate.
Al menos el Real Valladolid no encajó, lo que puede ser un dato interesante hasta que descubres que los almerienses sólo han hecho cuatro goles en ocho partidos a domicilio en toda la liga. Malas reacciones. Y todavía más allá. Al público no le gustó ni un pelo que Becerra no se apresurara al realizar los últimos saques y menos aún que el meta se enfadara con la grada que se lo recriminaba o que Paco Herrera, en plena rueda de prensa, afirmara que “nunca os habéis planteado si el rival es mejor que nuestro equipo”. Eso lo tiene claro la afición pucelana, pero hay dudas de que el Almería lo sea. No se pide pasar por encima de los rivales, pero sí no verse sometido como se ha visto en los últimos encuentros, no tener que ver los vaivenes del técnico que ha postergado, por ejemplo, a Jordán al banquillo manteniendo a jugadores en el campo que físicamente no estaban para 90 minutos.
Uno de los futbolistas llamados a ser patrón en este equipo, uno de los que más equilibrio daba a los pucelanos, fue sustituido en los dos partidos anteriores y no participó en el último. Nadie se lo puede creer, nadie lo entiende. Como tampoco se entiende que Herrera deje a su equipo sin referencia ofensiva en la segunda parte, justo cuando tienes que apretar en busca de la victoria, que condene una y otra vez a Jaime Mata a jugar de extremo, que saque del campo a Míchel, el único jugador que entendió el partido del sábado, o que los jugadores reconozcan que no supieron entender al míster sobre cómo debían jugar ante el Numancia tras una semana de entrenamientos. Demasiadas dudas, demasiados problemas que resolver en el momento más inesperado, cuando parecía que el equipo tenía un plan, una identidad. La buena noticia, sin embargo, es que el Real Valladolid de esta temporada ha jugado por momentos muy bien al fútbol, lo saben hacer, hay calidad para hacerlo… Sólo queda hacerlo. Entonces el equipo y Herrera recuperarán el crédito de una afición que necesita muy poco para volcarse con su equipo, para recuperar la fe.