Bale asciende al trono
Sus dos goles antes del descanso acabaron con un Leganés de combate. Un Morata desacertado cerró la cuenta. Cristiano sigue en crisis. Entrada horrible de Marcelo a Omar.
Una victoria sin gracia le sirvió a Bale para asumir más competencias en el Madrid. Dos goles que elevan su papel de heredero y que echaron tierra sobre un partido poco fascinante del equipo de Zidane. Morata tendrá difícil acabar con la condición de aforado de Benzema con partidos así, aunque a efectos contables dejó un gol que le convierte en pichichi en solitario del equipo. Isco tuvo poca presencia. Modric regresó entre el alborozo general y James lo hizo de incógnito. Zidane presentó una alineación que esta vez no vulneró ningún plan de urbanismo. Mateu dejó de ser tan simpático como en la era Mourinho. Y Cristiano no encontró la salida del laberinto ante un Leganés de combate que no pudo pasar de resistente. Cada encuentro en blanco le hace más irritable.
El Leganés no madrugó para hacer el tour del Bernabéu. Por el contrario, caló el mensaje de Garitano, que propagó con éxito en el vestuario que no hay disfrute sin competitividad, y su equipo fue una molestia en cada palmo de terreno y le preparó al Madrid un inicio de partido lleno de inclemencias, trasladando la batalla lejos de las dos áreas: de la de Serantes, con un excepcional trabajo cooperativo; de la de Keylor, por evidente falta de recursos. Necesita hacer imagen de marca para hacerse atractivo a los futbolistas que pretende y el Bernabéu era su feria de muestras.
Hasta el minuto 37, en que tomó ventaja el Madrid, en el sismógrafo del duelo sólo quedó registrado un cabezazo sin ángulo de Morata por encima del larguero y una larga lista de frustraciones de Cristiano Ronaldo. El Leganés preparó el partido al detalle, Mateu Lahoz incluido. Conocedor de que árbitro valenciano es más permeable a las patadas que a las protestas, no ahorró contundencia ni se sintió impresionado por el ambiente ni por la desorientación del debutante. Adelantó mucho la defensa para tener al Madrid alejado de Serantes y apretó a los pasadores del Madrid para evitar ser cazado por los velocistas de Zidane a la espalda de su zaga de cuatro. La primera equivocación la pagó con un gol, en pase estupendo de Isco y definición embarullada de Bale. En dos acciones anteriores de Cristiano ya había arriesgado hasta el límite, pero el portugués llegó tarde.
Hasta el primer gol quedó claro que el Madrid tampoco desayunó intensidad, aunque su falta de control del partido tuvo más que ver con la equivocada lectura del juego y con un rival envalentonado que con una falta de actitud general. El amperímetro registró la hipermotivación de Cristiano, que canaliza mal cuando está de espaldas al gol. Se ganó un tarjeta por una protesta razonada pero sobre una falta en una zona intrascendente. En épocas de sequía todo le resulta una incomodidad.
El 1-0 desactivó la guerrilla del Leganés y dio visibilidad al Madrid, que fue encontrando a Isco, que sacó más provecho de Kroos y Kovacic, que dejó de depender de la solvencia de Nacho y que puso el partido en manos de Bale, desde hace tiempo comandante en jefe oficioso del grupo. En papel de socorrista, acudió puntual a las dos únicas ocasiones claras que tuvo el Madrid hasta el descanso.
La segunda mitad dejó un Leganés más pretencioso pero sin acierto, una colección de remates de Bale, un Madrid más suelto cuando entró Modric, un tanto de Morata en una mañana en que prometió poco y una patada horrible de Marcelo a Omar. Al menos Keylor no encajó ningún gol, en un partido en que los datos estuvieron por encima del juego.