Premio a la palabra
No se presume de catalanidad, sino que esta se demuestra con partidos como la Supercopa de Catalunya. El Barça mira a Europa; el Espanyol, a sus raíces.
La catalanidad. Ganó el Espanyol, ganó la palabra, un valor venido a menos en los tiempos que corren. La Supercopa estuvo marcada por el incumpliento verbal del Barça de convocar a la mayoría de jugadores del primer equipo. Un gesto que demuestra la falta de compromiso del equipo culé con Cataluña. No se presume de catalanidad, sino que esta se demuestra con partidos como los de ayer, dando entidad a la máxima competición de este “pequeño país”, como diría Guardiola, quien tampoco convocaba a la primera clase azulgrana a este torneo. Palabras y hechos se contradicen. El Barça mira a Europa y no a Cataluña, por mucho que se le llene la boca con la 'senyera' puesta. El Espanyol mira a sus raíces y no debería olvidarse de ellas cuando ese “futuro esplendoroso” que se espera con Míster Chen les lleve también a mirar a Europa.
La somnolencia. El partido fue un día más en la oficina, un trámite, descafeinado pese a que la gente de Tarragona respondió con una entrada que recordó a las tardes del Nàstic en Primera. El Barça se sintió como en casa, reflejo de la realidad social catalana. La Maravillosa Minoría define exactamente lo que es el Espanyol, que ayer, por ejemplo, vio como el speaker de los prolegómenos era el del Camp Nou: “Bona tarda i benvinguts a l'estadi”. La antesala de un duelo que pudo dormir a las ovejas. El Barça atacó sin punta, pues Alcácer pareció un ancla, y el Espanyol demostró recuperarse de los despropósitos ante el Eibar y apenas concedió ocasiones. Por momentos, el conjunto blanquiazul jugó con un 4-5-1. Buena noticia la mejora de concentración y estabilidad que dio el equipo perico, aunque esté reñida con el espectáculo. Partidos de emociones fuertes van en contra del ideal del entrenador, que tiene la perfección defensiva como leitmotiv. Una especie de 'antijemecismo'.
El 'cuate' despierta. No hay mejorar forma de levantarse de una derrota o de una mala actuación que jugando cuanto antes. Eso debió pensar Quique cuando decidió alinear a Caicedo. Y el ecuatoriano se estrenó esta temporada como goleador, con una jugada que demuestra sus virtudes. Aprovechó un extraordinario balón al espacio de Reyes para ganarle la carrera y el choque a Mathieu, superar con facilidad a Masip y hacer el 0-1. Este sí es el Caicedo desequilibrante, cuyo potencial marca diferencias, y no solo por el gol sino por su trabajo durante el encuentro.
Sant Adrià, de moda. En esa búsqueda de ideales van debutando canteranos. Ayer le tocó a Melendo, tercero que ve la luz esta temporada. No sorprende a los que le conocen su dominio del juego asociativo y su excelente técnica. Un estreno prometedor para lo mejor que ha aportado el técnico hasta el momento, esa confianza en los jóvenes, quienes están respondiendo a las oportunidades. Sin noticias de Jurado, el zurdo acaparó los focos con su movilidad y dominio del espacio.
Fútbol catalán. La fiesta de la Federació Catalana de Futbol (FCF) se tiñó de oscuro durante la semana. El mon.cat publicó varias informaciones en contra del presidente Andreu Subies, que de confirmarse harían tambalear a su junta directiva: en ellas se le acusaba de pagarle a su cuñado más de 50.000 euros por una serie de “trabajos de asesoría técnica y relaciones públicas” y de falsificar actas en las asambleas. Está claro que los órganos federativos deberían limitar sus mandatos y hacer auditorías externas año a año. El mundo federativo es demasiado goloso, y lo pagan como siempre los clubes modestos, ayer invitados al Nou Estadi de Tarragona, pero durante todo el año haciendo virguerías para cuadrar las cuentas por el encarecimiento de la mutualidad. De nuevo, paga el pequeño.