Amath vuelve loco al Almería y da al Tenerife tres puntos
El conjunto canario fue claramente superior a lo largo del encuentro ante un Almería que dispuso de dos muy buenas ocasiones. Navarro, en propia puerta, autor del único tanto.
Consistió en insistir. En quebrar el ánimo hasta que se pudiese, terminara el balón en las redes o no. Y eso, al final, tuvo su premio. Y el mayor exponente de esta filosofía volvió a ser Amath. El atacante del Tenerife fue el mayor enemigo de la zaga del Almería desde principio a fin. En la primera parte entró como cuchillo en mantequilla una y otra vez entre Fran Vélez, Trujillo y Morcillo y en la segunda, tras un cuarto de hora en la que reguló su forma física, fue el protagonista intencionado, que no el autor, de la victoria del Tenerife en el estadio Mediterráneo. Un centro suyo, tras otra cabalgada, dio en el pecho de Trujillo y se fue directamente al interior de la meta de Casto.
Pero no fue solo Amath. El Choco lo intentó sin éxito y Suso trató de poner el talento que, de vez en cuando, le hace al Tenerife dar un salto de calidad. Los de José Luis Martí dominaron en la primera mitad. Ya en el minuto 3 el encuentro podría haber dado un giro inesperado en el guión inicial pero merecido por lo visto hasta el momento. El balón fue al palo. Amath sacó el córner y Suso la peinó casi con éxito.
Al Almería se le iba de las manos el partido. No solo se le echaban encima Vitolo y compañía, era imposible de controlar las aportaciones por banda de laterales como Raúl Cámara, que puso en aprietos a Morcillo en más de una ocasión, llegando incluso a forzar el penalti en dos ocasiones. El árbitro no lo apreció de esa forma.
La más clara del partido fue de Aitor Sanz. Camille se la puso al punto de penalti y, para variar, estaba solo. Sin noticias de Trujillo ni Morcillo. Pero Sanz la mandó a las nubes. Otro error más, tan solo una parte de la marea de fallos que se dieron cita en el estadio Mediterráneo tanto por el lado local como por el visitante.
El partido se fue en tablas al descanso. Y a la vuelta, el Almería reaccionó. A Fidel le dio por tirar del carro -y es que si no, no hay nadie que diga de hacerlo- y Pozo se contagió. Pero, sin duda, el único que supo leer el fútbol canario para actuar en consecuencia fue Antonio Puertas, que pudo desequilibrar el encuentro tras dos acciones de slalom en las que si hubiera tenido algún compañero cerca... la historia hubiera cambiado.
El partido cayó entonces en un momento de indecisión. Y el caso es que a ninguno parecía gustarle el resultado. Pero el ritmo había sido obsesivo y el cansancio era ya más que evidente. Y en una de esas fue cuando Amath reapareció, cabalgó y un centro suyo acabó en el pecho de Trujillo, y este, a la postre, en la red de su compañero Casto.