Heliópolis fue un manicomio
Partido loco de Betis y Granada: los de Jémez se pusieron con 0-2 y se quedaron con uno menos, el Betis empató pero no supo ganar con uno más, Adán detuvo un penalti…
Salió el 22 rojo en la ruleta para que Betis y Granada acabaran empatando en el manicomio que fue esta vez Heliópolis, durante un partido alejado de cualquier canon táctico u estratégico. Una locura de alternativas en el juego, en el marcador y sobre todo un reparto desordenado de aciertos y fallos por doquier en el que gobernaron muchos pero reinaron sobre todo dos, Ochoa y Adán. El portero mexicano paró no menos de media docena de balones a bocajarro y el madrileño detuvo lo más difícil, un penalti que pudo darle la victoria al Granada cuando menos lo merecía, al final, y jugaba desde hacía mucho tiempo con uno menos.
No tiene término medio el Betis de Poyet, que pasó del 0-0 y casi cero ocasiones contra el Deportivo a un desparrame en Mestalla y otro contra el Granada, propiciados los dos por la presencia o tal vez la ausencia de defensas de blandiblup en ambas áreas. Torpe y mal colocada la verdiblanca y extrañamente desaparecida durante mucho tiempo la del Granada, sobre todo en el momento menos pertinente: cuando ya iba ganando 0-2.
Lo de Poyet empieza a ser una tónica. En Paco Jémez ya es un sello esta Montaña Rusa de sensaciones. Su equipo salió valiente y decidido, con mucha gente por delante del balón, y Mehdi Carcela recogió el premio. Un tercio español, otro belga y el último marroquí, este zurdito talentoso encaró a Durmisi en la derecha, recortó hacia adentro y fusiló al primer palo (0-1, 13'). Cuatro millones de euros pagó el Granada al Benfica por Carcela, capaz de inventarse también el eslálon que dio origen al 0-2 cuando pasaba la media hora de juego y el Betis no había tirado todavía con peligro entre los tres palos. Su jugada la recogió Bueno y la embocó (0-2, 32') desde el borde del área. Cuatro goles le ha hecho ya el delantero madrileño al Betis, dos de ellos en una mañana de diciembre en los que supusieron un empate a dos y la primera destitución de Pepe Mel en el banquillo verdiblanco.
Cuando más parecía que el Granada debía guardarse, más se despelotó. Rubén centró solo y más solo remató Álex Alegría, que de cabeza la puso casi en la escuadra. Instantes después, casi empata el delantero canario también con un testarazo un poco menos preciso que el anterior. La defensa granadinista terminó la primera parte pidiendo la hora, descompuesta. Ochoa salvó el empate en un nuevo remate de Alegría y Brasanac no acertó a chutar cuando estaba solo delante del portero mexicano.
El guión continuó al llegar el segundo tiempo, pero con algunas (y lógicas) precauciones defensivas del Granada, al que obligó a parapetarse aún más el que Vezo viera dos amarillas en apenas tres minutos. Ya había avisado Rubén del empate, pero lo consumó el mismo que había acortado distancias, Alegría. Su recorte y buen disparo dignificó una gran jugada que inició Musonda (bien el belga, capaz de darle otra velocidad al ataque del Betis) y continuó Piccini, que lleva ya tres asistencias por cierto.
Con uno más y tras haber empatado, el partido debía tener color verdiblanco. ¿Seguro? Lo pareció, con ocasiones de Musonda, de Rubén, de Mandi al palo... Pero el que lo tuvo más cerca fue en realidad el Granada. Ponce desperdició un penalti que primero detuvo Adán y salvaron luego bajo palos varios defensas en los rebotes. El mismo Ponce pudo hacer de nuevo el 2-3 mientras Ochoa, en el otro área, seguía salvando el empate. Una igualada lógica, si este fútbol tan raro, tan repleto de errores en defensa y ataque, puede considerarse algo normal…