Las variantes tácticas que ofreció Morata en Anoeta
Completó un partido fabuloso ante la Real a pesar de no marcar. Su aportación fue magnífica: juego de espaldas, caída a banda y presión.


Un único partido de Liga ha servido a Álvaro Morata para argumentar las razones de su regreso al Real Madrid. El canterano, que se quedó sin un gol merecido, exhibió un conjunto de cualidades que refieren a algo más de las virtudes que atesora un simple delantero de área. Su aportación en el trabajo defensivo y en la apertura de espacios resultó extraordinaria. Tácticamente se ha definido como un jugador superlativo.
Juego de espaldas
Es una referencia absoluta. El delantero ofrece salida continua a sus compañeros, viniendo a por el balón y aguantándolo siempre con criterio hasta que encuentra una solución. Los jugadores de la Real se vieron obligados a frenarle con infracciones (tres faltas recibidas).

Dominio del espacio
No sólo bajó a recibir el balón, cada vez que podía caía a banda y desarboló con su carrera a la zaga de la Real Sociedad. Posicionado en la línea de pase, jugó con sentido eligiendo (casi) siempre las mejores opciones. La zona izquierda fue su territorio de influencia. Sirvió a Kroos el gol con un pase al primer toque. Le alcanzó para traer locos a los centrales realistas (Mikel González e Íñigo Martínez). Estuvo a punto de hacer un tanto fabuloso en una jugada en la que demostró su zancada, regate y equilibrio. Un portento.

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Presión
La labor más oscura de Morata y que más agradece Zidane. El técnico galo insiste en el trabajo en fase defensiva de su equipo, algo que interpreta a la perfección el nuevo delantero madridista. Inició las tareas de presión, incordiando el inicio de la jugada de la Real Sociedad. Su estadística (un balón recuperado) no refleja su bagaje defensivo. Tal fue su obstinación por robar el balón que llegó a cometer hasta cuatro faltas.





