El Atleti emplea 92' en tirar el muro y uno en desaprovecharlo
Los rojiblancos buscaron el gol desde inicio y no lo encontraron hasta el descuento. Gameiro marcó de penalti y Manu García logró el empate 'in extremis'.
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-Jornada 32 de LaLiga Santander:Alavés vs Villarreal
Atlético 1-1 Alavés | La cuenta atrás del Calderón se ha iniciado. La temporada comenzó, aquí, ahora, y sin embargo es extraño: cada partido no es uno más sino uno menos. Tic, tac, tic, tac. Desde ayer, al estadio rojiblanco sólo le quedan 18 tardes de Liga. 18. Tan pocas después de tantas. Tan buenas desde que el hombre de negro está en el banquillo. Ahí sigue. Todos en el Calderón respiran.
A las 22:17, la grada ruge. El balón echa a rodar. Acaba de comenzar esta historia, la 2016-17, la última del Calderón, pero en realidad fue un poco lo de siempre: si hay un equipo experto en ponerse la zancadilla a sí mismo ese es el rojiblanco. Da igual que fiche los 9 a pares o a triples, que juegue con cuatro delanteros o logre marcar de penalti (Gameiro) tras buscar el gol durante 92 minutos por tierra, mar, aire o a ras de hierba. Da igual porque es el Atleti y a sus fiestas siempre se lleva al invitado equivocado: ayer fue el Alavés. Una roca durante esos 92 minutos y una avispa en el último, el 94’. Así de fácil fue: Manu García se llevó el balón, disparó ajustado al palo y marcó. Nada que no sorprenda.
Era el primer disparo del Alavés en el partido, fue el único. Y es que, en su regreso a Primera, el equipo de Pellegrino salió serio y ordenado, a jugar su partido. O sea: a defender. Todos atrás, hasta Toquero, como si la línea del centro fuera una verja electrificada que dijera: “No pasar”. El Atleti tenía el balón (Tiago, siempre Tiago) y buscaba y buscaba grietas en el muro vitoriano, ya fuera de córner (8 en la primera parte, 16 en total), de volea lejana (Gabi) o tras un error de un defensa (Saúl), pero los córners se marchaban altos, las voleas fuera y el regalo de Laguardia a Saúl a las manos de Pacheco.
Gameiro, mientras, tuvo un debut complicado. Se movía entre dos sombras, la suya y la de Alexis Ruano. Y cuando lograba quitarse de encima la que no le pertenecía se topaba con otra, la de la Maldición Jackson. Dos tuvo clarísimas el francés, sólo de empujarla, ante Pacheco, y las dos se fueron altas. Aún está preguntándose cómo.
También El hombre de negro: si cuenta las ocasiones que tuvo su equipo en el partido se queda sin dedos de la mano. La primera parte se cerró con un remate al palo de Carrasco y dos incursiones del Alavés más allá de la verja para nada. Simeone movió ficha en la caseta. Tiago se quedó en el banco, salió El Niño. Desde el principio, el partido fue otro. Primera jugada y Filipe casi marca con la derecha. Pero el balón no quiso entrar. Ni tampoco en un cabezazo de Godín tras un córner. Entonces ya eran las 23:30 y Gaitán apuraba un botellín de agua. Había llegado su turno. Entró y su primera intervención llevaba veneno: rosca buscando a Torres.
El Atleti, entonces, era un Atleti irreconocible en el Cholo, con cuatro delanteros (Gaitán, Gameiro, Torres y Carrasco) que en realidad podían ser cinco porque Godín siempre anda por ahí, acechando. El partido, un asedio. Y aquí, un nombre: Torres, que le dio veneno al Atleti (y envió un remate al palo). Después entró Correa y el Atleti subió una revolución más. Daba igual porque el balón seguía sin querer entrar, como si Pellegrino además de levantar un muro hubiera frotado con ajo la portería de Pacheco. Entonces Laguardia derribó a Torres en el área, el árbitro pitó el penalti y Gameiro lo marcó. Era final perfecto a este primer último día, una locura perfecta... Hasta que Manu García cogió el balón y cruzó la verja electrificada. Tuvo regalo, el gol, cuando el Calderón ya sonreía para la foto.
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