Golazo de Medrán y derrota en el último suspiro del encuentro
El Feyenoord vence (2-1) a un Valencia con mucho trabajo por hacer. Medrán se estrenó como goleador ché con un lanzamiento de falta desde 30 metros.
Medrán se destapó en Rotterdam como un lanzador de faltas de larga distancia. Desde 30 metros cargó su pierna derecha y cuando todos los presentes esperaban un centro en busca de alguna cabeza, el único fichaje en el que a día de hoy la afición valencianista puede fijarse en los bolos veraniegos (Nani se incorpora el día 1) pilló cazando moscas a Hansson y celebró su primer gol como blanquinegro.
Dicho lo cual, Pako Ayestarán tiene trabajo por hacer y efectivos por disponer. Y no por la derrota contra el Feyenoord, que llegó en el último suspiro y es lo de menos. A su Valencia le faltan por anclar los automatismos que brillaron por su ausencia el curso pasado y más teniendo en cuenta que la de Holanda está siendo la estadía de un primer equipo que está por reforzar (García Pitarch pudo dar fe de ello en De Kuip) y casi media de la de su filial, que está representado por ocho canteranos. De momento Ayestarán se toma los amistosos con calma, que en verdad es lo que toca, y prueba de ello es que ante el Feyenoord prefirió entremezclar ‘veteranos’ y noveles en cada uno de los dos onces que dispuso que hacerlo por alinear de una tacada a los que están llamados a quedarse en la plantilla.
Por ello en estos encuentros hay que quedarse casi más con detalles o gestos individuales que colectivos. Como lo fue que le diera el brazalete de capitán a Enzo Pérez, un futbolista que está llamado a dar un golpe de personalidad y criterio en este Valencia. De él espera mucho Ayestarán y de ahí que le diera galones y más minutos que a otros en Rotterdam. Por cierto, Parejo ni saltó a jugar. Llamativo.
En ataque, sin Negredo y a la espera de definir si se va o no a por otro delantero, el técnico vasco va probando a Rodrigo y Santi Mina como alternativas a Paco Alcácer. Ellos y Nando fueron los únicos que inquietaron a Hansson en la primera mitad. Eso sí, con raciones de postguerra. Un disparo de Rodrigo en el 5’ y otro de Mina en el 31’ y pare usted de contar.
Dicho sea de paso el Feyenoord, un equipo que en dos semanas estará ya compitiendo, no fue mejor que el Valencia ni antes ni después del gol de Jorgensen tras centro de Elia y error en cadena de la zaga (como sucediera también en el 1-2). Lo que pasa es que el Valencia, salvo Nando, movía la pelota de un lado para otro como una abuela duerme a su nieta.
Con los cambios hechos al descanso, los de Ayestarán de salida ganaron algo en frescura, sobre todo por la banda izquierda de Gayà. Buena noticia esa, porque las idas y venidas del lateral de Pedreguer se echaron mucho a faltar la temporada pasada. En un par de internadas suyas combinó con Rafa Mir y el canterano, aquel al que Nuno tanto mal hizo haciéndole debutar en San Petersburgo sin estar curtido aún para ello, estuvo cerca de hacer la igualada.
Pero éste, el empate, llegó cuando el Feyenoord parecía estar más cerca del segundo (de hecho lo anotó pero el árbitro se lo anuló por falta a Ryan). Medrán ponía el 1-1 en el marcador, un resultado que hubiera sido más justo que el definitivo 2-1 obra de Botteghim.