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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL

Lorenzo Silva: “El fútbol da para muchas novelas negras; hay mucho dinero en juego”

En el sueño eterno de Lorenzo Silva se cruza en el rincón de las sombras la poesía cruda de su admirado Raymond Chandler. Charló con AS.

Lorenzo Silva: “El fútbol da para muchas novelas negras; hay mucho dinero en juego”
Emilio Cobos
AStv

¿El fútbol da juego para una novela negra?

—Da para muchas novelas negras porque hay mucho dinero y dinero rápido y poco visible, y eso fomenta la novela.

—Ha alcanzado la fama como escritor de género negro, ¿es lo que quería ser?

—No exactamente, yo he publicado 55 libros, de ellos 12 son del género negro, el resto va de otras cosas, relato histórico, cuentos infantiles y juveniles, ensayos, viajes, etc, no me he encasillado en la novela negra.

—¿El desenlace de la Eurocopa ha tenido mucho de género negro por el clima de suspense y el vencedor inesperado?

—La verdad es que no ha sido un torneo brillante, el nivel ha sido gris, y ha ganado Portugal, de lo que me alegro, más por su gran voluntad que por su virtuosismo. Y también, gracias a Cristiano Ronaldo, que es una gran estrella. El tío no afloja nunca, acaba el partido y sigue corriendo. Han ganado los más gladiadores y los que más fe tenían, y me parece bien.

—La otra cara es Griezmann, pese a ser el mejor jugador del torneo ha perdido dos grandes finales en un mes.

—Eso ha ocurrido porque sus equipos, el Atlético y la selección francesa, han fallado en el momento crucial. En el caso de la Champions me pareció increíble cómo el Atleti no acabó de rematar a un moribundo, el Real Madrid, eso le costó muy caro. Simeone se equivocó, se le aflojaron los muelles y tiró el partido, no tuvo el instinto matador que requería la ocasión.

—Usted fue hincha del Atlético, pero se desinflo, ¿qué ocurrió?

—Uff, más que el Atlético, lo que me dejó de interesar fue el fútbol a partir del momento en que vi cómo se iba convirtiendo en un negocio descomunal. Un juego que tenía un gran componente emocional y afectivo pasó a convertirse en un generador de capital. A los aficionados se les maneja y las pasiones se utilizan en aras de un enorme beneficio económico. Hablamos de un negocio donde hay activos que tienen un valor de 120 millones de euros, o más. Hay muy pocos negocios en el mundo que utilicen activos de ese valor. Cuando algo llega a esa dimensión, el negocio se lo ha comido absolutamente todo.

—¿Ni siquiera se vino arriba con la pasión que inyectó Simeone desde que tomó al Atleti?

—Hombre, a mí me hizo gracia, gracia afectiva. Es verdad que cuando pierde me da un poco de pena, pero no pasa de ahí, no me deprimo. Lo que me inspira mucha simpatía es esa lealtad del aficionado atlético a un equipo que le decepciona una y otra vez, sea por lo que sea. Mi hijo es muy madridista y cuando el Madrid pierde lo pasa mal y llega a desesperarse, eso no le ocurre a los atléticos.

—Por esa razón es posible que sea más fácil ser del Atleti que del Madrid.

—Puede ser, cada equipo tiene su cultura e idiosincrasia. Cuando el Atleti bajó a Segunda la afición, lejos de deprimirse, llenaba el estadio todos los domingos, y eso que estuvo dos años en el pozo. Y también, es verdad que el Atlético tiene un punto de ética y de reafirmación en la derrota que el madridista no tiene.

—A su hijo le escribió dos cartas públicas, una cuando el Madrid ganó la Décima y otra, dos años después, cuando conquista la Undécima Champions. ¿Qué le quería enseñar?

—Le intentaba explicar que en la vida no todo es ganar. Como se puede leer en la línea final de mi último libro Donde los escorpiones: sólo los imbéciles creen que es la victoria lo único que retribuye la lucha. El chaval tiene 15 años y está acostumbrado a ver ganar a sus equipos, tanto al Real Madrid como a la Selección, bueno, menos ahora en Francia. Intentaba decirle que se fijara en los perdedores porque, tarde o temprano, en la vida a uno le toca perder. Se trataba de un mensaje de advertencia a un chaval que ha tenido mucha suerte en lo que lleva de vida.

—¿La derrota tiene más carga literaria?

—Sí, eso nos pasa a los escritores, el revés es una lección. Muchas veces una victoria no nos aporta nada.

—¿Cómo vivió el fiasco de España en la Eurocopa tras la euforia nacional que agitó el país tras los dos primeros partidos?

—Bueno, estábamos bajo el espejismo de los grandes triunfos de La Roja. Había mucho de gratitud hacia esa selección. Si te fijas, los grandes éxitos de la selección han coincidido con los momentos más deprimidos de la sociedad española. En muchos sentidos somos una sociedad quebrantada, postrada y afligida. Y esos triunfos deportivos han recibido una atención superior porque la sociedad necesitaba algo a lo que agarrarse. Todo eso generó una corriente de energía desproporcionada que, probablemente, no se ha sabido canalizar una vez que se ha perdido la coyuntura favorable.

—¿Y ahora en qué momento cree que se encuentra España como país?

—No me gusta la palabra crisis, prefiero hablar de depauperación. La sociedad española se ha depauperado, tanto en lo social como en lo económico y en lo político. Y no digamos en el terreno cultural, cuya depauperación es alarmante. No puede ser que un titulado superior gane ahora menos que lo que yo ganaba hace 30 años. Esto es pavoroso. Me da la sensación de que esta gran pasión por el fútbol y por otro tipo de entretenimientos es una vía de escape de este mundo cruel.

—¿Y hacia dónde va España?

—Me lo pregunto muchas veces, tengo la sensación de que las dos fuerzas tradicionales son insustituibles, su base electoral es férrea y está ahí, la del PP y la del PSOE. Pero hay muchas cosas que no funcionan y no se enteran, o no se quieren enterar. La gestión ha sido nefasta. Es preciso cambiar la cultura política, hacer un examen interior y reconocer que las cosas no se han hecho bien. Yo no veo esa conciencia. En estas elecciones todos han perdido, aunque digan que ha ganado uno. Y luego las nuevas fuerzas también pierden el norte y se ponen a comportarse en el Congreso como si fueran boy scouts, lo que les ha acarreado un terrible daño en las urnas, lógico.

—A Messi le condenan por engañar a Hacienda y el Barça y buena parte de Cataluña salen a defenderle con uñas y dientes, ¿cómo le suena eso?

—No lo entiendo, porque ese hombre ha cometido un delito por el que debería estar en la cárcel. Entiendo que el Barça tiene mucho dinero invertido en él y tiene que proteger sus intereses, pero sólo lo puedo entender hasta cierto punto. Lo que ya me resulta absurdo es que le apoye la gente corriente que tiene que rascarse el bolsillo para pagar el 21 por ciento de IVA en el recibo de la luz o en el del agua ganando 500 euros al mes. Es increíble que eso lo haga gente que está pasando necesidades, que apoyen a un tipo que va sobrado de pasta y ha dejado de pagar los impuestos necesarios para los servicios públicos de una sociedad. No lo entiendo.

—Usted es Guardia Civil honorario, la Benemérita tuvo unos orígenes gloriosos, luego, durante el franquismo, pasó a un lado oscuro, después, llegó Roldán, y ahora empieza a recuperar el espíritu perdido. ¿Cree que sus novelas sobre los agentes Vila y Chamorro han contribuido a ello?

—Lo de la Benemérita daría para varios libros, yo escribí uno de 400 páginas. Conviene que no olvidemos que la Benemérita es una creación de la España liberal, se funda en 1844 en un país que prácticamente está en la Edad Media con un estado gestionado por bandidos y caciques, que al final venían a ser los mismos. La Guardia Civil, con un código de honor puro, empieza a imponer orden y a detener alcaldes rufianes. Un cuerpo al servicio de la gente y de los más débiles. Dando un salto en la historia llegó la época negra del franquismo. Franco se la quería cargar porque había sido leal a la república, al final le convencen para no disolver el Cuerpo pero introduce elementos nocivos, rehace la Guardia Civil metiendo 20.000 excombatientes del bando nacional, la mayoría de ellos falangistas y analfabetos. La primera vez que en la Benemérita hay analfabetos. Y crea un monstruo. Y se viven situaciones verdaderamente siniestras durante varias décadas.

—¿Cuándo empiezan a cambiar las cosas?

—Cuando se incorporan oficiales con un espíritu más noble, fuera del tufo franquista, que conectan con el origen de respeto al pueblo que tenía el Cuerpo. Lo de Roldán, que era un truhán pero un tipo listo, fue un grave accidente. Y en el 23-F, los agentes que fueron, la mayoría iban engañados. Luego está el episodio de ETA, la Guardia Civil ha sido clave para el fin del terrorismo etarra, entre otras cosas, al crear los servicios de inteligencia. También es verdad que se cometieron algunos errores, pero sería muy largo de contar. Y no olvidemos su implicación en la lucha contra la corrupción que ha azotado España. Así que al lado de todo esto un tipo como yo que ha escrito nueve novelas sobre la Benemérita tiene poco mérito.

—Vuelve a la carga con su ultima novela: ‘Donde los escorpiones’. Para género negro la guerra...

—Pues sí. Es como amontonar dureza sobre dureza . La guerra también es un crimen y es la hora estelar de los criminales.

—Dice el PP que España no fue a la guerra de Irak.

—Intenta jugar con una media verdad que es mezquina sobre todo porque ignora el sacrificio de unos cuantos españoles que perdieron allí la vida y de miles que la arriesgaron. No se puede jugar con eso haciendo razonamientos ventajistas.

—¿Bush, Aznar y Blair deberían pagar por lanzar la mundo a la guerra de Irak con toda la tragedia que ello ha acarreado?

—Sin duda, deberían pagar por ello, tienen una responsabilidad política gravísima y también penal, pero ésta nadie se la va a exigir nunca.

—¿Si el planeta del fútbol lo dirigiera un Guardia Civil, iría mejor?

—Bueno, la Guardia Civil no está para dirigir nada, está para cumplir órdenes. La Guardia Civil no imparte justicia, trabaja para los jueces.