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OCTAVOS | ITALIA 2 - ESPAÑA 0

Uno por uno de Italia: perfecta en ataque; perfecta en defensa

Buffon fue 'Il Santo', la defensa una muralla, el centro del campo una jaula para España y la delantera, con Éver y Pellè, un incordio para Ramos y Pique.

Uno por uno de Italia: perfecta en ataque; perfecta en defensa
IAN LANGSDONEFE
AStv

Buffon. Il Santo. Hasta el minuto 20 de la primera parte ni nos enteramos de que jugaba. El primer balón que tocó fue para sacar de portería. Luego tuvo una buena salida de puños. Fue en el segundo tiempo donde demostró que sigue estando bajo la protección de un manto sagrado. Un remate de Morata le fue a las manos, sacó lo que pintaba como Iniestazo y frustró el empate de Piqué antes del segundo de Italia.

Barzagli. La eficacia. Sin apuros por su banda ante Nolito ni Jordi Alba. Jamás se complicó una salida de balón ni se puso nervioso en ningún momento. Cuando le buscó Morata, demostró que se sabía todos los trucos del repertorio. Desde Los Panchos, no se recuerda un trío más conjuntado que el que forma con Bonucci y Barzagli.

Bonucci. El jefe. El dueño absoluto de todo lo que pasa entre el área pequeña y la línea del centro del campo. El tipo ideal para tenerlo al lado cuando hay un incendio o un terremoto o cualquier catástrofe. Jamás se pone nervioso y encuentra la solución más fácil. Pareció aburrirse algo durante la primera parte y disfrutar en la segunda cuando le atacaban los italianos.

Chiellini. Creyente. Si Barzagli es la eficacia y Bonucci el jefe, a Chiellini lo reservan para las misiones suicidas. Es el comando que jamás dice que no porque está dispuesto a todo por la causa. Tiene tanta fe, que sube hasta rematar las faltas directas que saca Eder por si se le escapan al portero. Ayer se le escapó a De Gea y allí estaba el Creyente para clavar la estaca.

Florenzi. Una tuneladora. Su primera mitad fue un escándalo. Subió tantas veces la banda que dejó esa parte del campo unos centímetros más baja que el resto de la pradera. Además, cada vez que progresaba, sus centros eran veneno y de él salieron las mejores ocasiones para remates de Pellè y Eder. Agotado, porque en la segunda parte también le tocó corer para atrás, fue sustituido por Darmian, que se limitó a cumplir

Di Sciglio. Un murete. Puso la barrera en su lateral y por ahí nadie pasó. Impecable en el uno contra uno, fue el lateral que más guardaba la posición de los dos. No obstante, cuando le tocó subir también creó problemas. Una subida suya en el minuto 24 casi acaba en gol en propia puerta de Sergio Ramos. Tuvo más problemas con Lucas, pero aguantó hasta el final con solvencia.

De Rossi. El cerebro de la trama. Si Bonucci disfrutó en la segunda parte, De Rossi se lo pasó pipa en la primera, cuando recibía en un espacio en el que su marcador más cercano estaba más o menos en la frontera de la Junquera. Tuvo tiempo de pensar, controlar el tempo del partido, girarse, mirar y elegir siempre la mejor opción. Se retiró por Motta dando síntomas de molestias físicas.

Parolo. Corte y confección. Un escudero incansable para De Rossi y para Florenzi. Siempre estaba cuando se le necesitaba para descargar el juego o para cubrir las progresiones por banda del lateral de la Roma. Además de crear, se hartó de cortar balones tanto a ras de suelo como por alto. A punto estuvo de marcar un gol de cabeza. En la segunda parte, cuando España apretaba, hizo lo mismo que en la primera pero 15 metros más atrás.

Giacherinni. Demonio. Fue un tormento constante para la defensa española, especialmente para Juanfran que aún le está buscando. Ratonil como pocos se metió en todas las guerras del contragolpe y la presión a la defensa de España. Aparecçía por donde menos te los esperabas. Una guerrilla urbana comprimida en un jugador de fútbol. Fue el que le rebañó a De Gea la pelota rechazada que acabó en el gol de Chiellini. Insigne le sustituyó y casi marca un gol.

Éder. Político. Si cumpliera todo lo que promete sería Balón de Oro. Le falta culminar las jugadas. Ayer pudo salir de París por la puerta grande con un hat-trick, pero acabó simplemente firmando un gran partido al que le faltó la guinda del gol. Ocasiones tuvo para dar y tomar, pero De Gea le comió la moral. Un trabajador incansable que se quedó a un palmo del partido de su vida.

Pellè. Descolgador. Un especialista en los últimos minutos. Le hizo a España lo mismo que le hizo a Bélgica. De hecho, Italia le hizo a España lo mismo que a los belgas. Descuelga cualquier balón que le lancen por los aires y lo aguanta hasta que lleguen refuerzos. Se pelea con los defensas hasta hacerles perder la paciencia. Marcó su gol habitual gol en el descuento y se impuso en casi todos los balones aéreos que disputó.

Motta. Ralentizador. Salió por De Rossi a ayudar a los dos centrales a sacar la pelota y a ralentizar el juego todo lo posible. Si para ello tenía que dejar ir el pie o soltar algún manotazo para liarla en los minutos finales, no se cortaba un pelo. Lo habitual en él, vamos. Vio tarjeta amarilla y se perderá el próximo partido.